27 de noviembre de 2014

Alboloduy, el valle encantado del río Nacimiento

Ermita de las Ánimas de Alboloduy.
El río Nacimiento se pasea a orillas de Alboloduy sin perder detalle de todo lo que ofrece, la araucaria centenaria, la fuente lavadero, la Iglesia de San Juan Bautista, el Peñón del Moro, la Ermita de las Ánimas... todo queda expuesto al agua del río que en su día se llamó, precisamente, río Alboloduy.

El pasado, presente y futuro del municipio está ligado al del resto de pueblos de la comarca, y especialmente unido a sus vecinos Santa Cruz de Marchena , Alsodux y Alhabia  siendo el valle de Alboloduy el que culmina una carretera de ensueño a 36 kilómetros de Almería.

Puente peatonal sobre el río Nacimiento. Justo enfrente la Iglesia y Araucaria centenaria.







Fuente de los Siete Caños.




 Nos sumergimos en su casco histórico
 plagado de rincones por conocer y
 disfrutar. Nuestra primera parada es
 a la sombra de la Araucaria del siglo
 XIX, un árbol centenario plantado
 a espaldas de la Iglesia mudéjar con
 rasgos neoclásicos dedicada a
 San Juan Bautista, aunque el patrón
 del pueblo es San Roque.

 A San Roque lo encontraremos en la fuente
 de los siete caños de origen medieval, junto
 a la balsa siempre rebosante de agua
 y el lavadero que a tantas mujeres
 trabajadoras habrá visto frotar en sus pilas.


Peñón del Moro y Torre Nazarí.


Subimos a lo más alto del pueblo y llegamos
hasta el Peñón del Moro. En su base,
sobrevive una torre nazarí del antiguo
castillejo de Al-Baladun "la patria".

Nos acordamos de que Alboloduy es parte
de la Alpujarra cuando pasamos por el
"Callejón de los perros". Se trata de
un pasadizo bajo una casa de dos plantas,
con paredes de mampostería y techo de
cañizo, un elemento tradicional de la
arquitectura alpujarreña. Este pasillo servía
para comunicar a los vecinos de una parte y
otra del pueblo sin necesidad de dar un rodeo.



Balsica de Salobre.
Paseando por los alrededores de Alboloduy podemos encontrar importantes yacimientos arqueológicos y paraísos naturales como la Rambla de los Yesos que confluye con el río Nacimiento a escasos metros del centro urbano o la Balsica de Salobre, seca durante la mayor parte del año pero muy aconsejable visitarla, con unas aguas medicinales y una gama de azules indescriptibles.


Alboloduy posee junto a Gérgal la tranquila pedanía de las Alcubillas Altas y en propiedad absoluta la pedanía abandonada de las Alcubillas Bajas. Ellas son el límite del municipio y abren las puertas del Desierto de Tabernas.

Alboloduy desde la carretera que culmina aquí, tras pasar por Alhabia, Alsodux y Santa Cruz.

La Maravilla:

Torre del Reloj de Alboloduy.
La Torre del Reloj se yergue dominante e imperiosa sobre la silueta blanca de una ladera escarpada.

El reloj de la torre del reloj, valga la redundancia, fue obra del afamado relojero leonés Antonio Canseco, el mismo que diseñó el reloj más conocido de España, el de la Puerta del Sol de Madrid.

Las calles de Alboloduy son, posiblemente, las que más elementos artísticos y arquitectónicos poseen de todos los pueblos de la provincia. Pero, sin duda alguna, la torre del reloj es el orgullo de los alboduyenses, como así lo demuestra su presencia en el escudo y la bandera del municipio.

Torre del Reloj desde la Plaza de San Juan.

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