Chimenea de la mina. |
Las familias de la clase burguesa enriquecidas por el apogeo de las minas construían los mejores edificios de la capital y se acomodaban a costa de la masa obrera, abundante y barata. Peor aún eran las cuadrillas de gavia, formadas por niños menores de catorce años, sin escolarizar y sometidos a trabajos forzados. Estos chiquillos eran los encargados de atravesar el interior de las pequeñas cavidades hasta llegar a los tajos. Eran ellos también los encargados de transportar el mineral en capazos hasta los enganches de los pozos.
Edificios abandonados dentro del yacimiento minero de Las Balsas de Gádor. |
Parte superior de los hornos de la mina de Gádor. |
El mineral más abundante en toda esta parte baja de la sierra de Gádor era el azufre, presente en grandes depósitos y extraído en el último cuarto del siglo XIX. Anterior al azufre fue la extracción de plomo, un mineral con gran salida al comercio exterior, lo que contribuyó en un despegue económico de la provincia, del cual sólo unos pocos sacaron provecho y beneficio. Todavía se encuentran pequeños trozos de estos minerales desperdigados por los alrededores de Las Balsas.
Las vistas desde la mina, con las dunas del desierto de Almería de fondo. |
La Maravilla
Interior de los hornos. |
A solamente cincuenta metros de la carretera ya entramos de lleno en el recinto abandonado caminando por una vereda. Ya vemos los famosos hornos con forma de iglú de piedra, las antiguas balsas, una chimenea que roza las nubes, otra no tan grande con forma de periscopio, edificios destinados a laboratorios, escombreras de mineral desechado y tantas otras cosas. Con precaución de no caerte y de no alterar aún más las construcciones es aconsejable acercarse a descubrir cada rincón de este lugar perdido.
Con las ruinas de estas minas se arruinan los recuerdos de aquellos obreros. No habría mejor manera de recordar el sacrificio y la labor de aquellos mineros que conservando este paraje. En honor a esa gente que pertenecía a las clases más bajas de la sociedad y soportaban jornadas diarias de doce horas, con unos salarios absurdos que consistían en vales de descuento, cada tres meses, canjeables únicamente en establecimientos del dueño de las minas.
Hornos de las minas de Gádor, quizá lo más emblemático de este paraje encantado. |
Muchas gracias, había divisado este paraje con Google Earth desde el cielo y no sabía qué era.
ResponderEliminarGracias a usted, para nosotros es un placer mostrar las maravillas de esta tierra.
EliminarUn saludo.
Es un peazo de historia que se está perdiendo,a la fabrica de cemento tampoco le interesa que pase mucha gente ya que casi todo es suyo... pero es bonita zona yo recomiendo visitar antes de que se caiga, un saludo
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