26 de marzo de 2015

Íllar, entre terrazas y bancales que miran al Andarax

Escalinata de la calle Cervantes.
Las casas de la Villa de Íllar se colocan escalonadamente mirando hacia el río Andarax como si fuesen gradas de un teatro romano llenas de personas orgullosas de ver un espectáculo. Este espectáculo no es otro si no el curso ancestral del río que mantiene por aquí un caudal aceptable buena parte del año.

Los márgenes del río Andarax a su paso por el municipio de Íllar son fértiles y se aprovechan mediante terrazas y bancales para el cultivo desde tiempos pretéritos y remotos. Tras la desaparición de la uva de Almería y la correspondiente extracción de viñedos y parrales, una selva de árboles cítricos pintan de verde este valle encantado del tramo medio del Andarax. Además, Íllar culmina una carretera de ensueño que cruza las vegas de Terque y Bentarique, frecuentada por ciclistas aficionados y profesionales que vienen a disfrutar de la montaña encontrando en el último tramo de esta carretera una subida prominente. A la salida del pueblo, esta carretera enlaza de nuevo con la principal vía que lleva a la alta Alpujarra.

Fuente principal de la Villa de Íllar, fechada en el año de 1879.
Lavadero de Íllar, junto a la fuente.
Íllar, al igual que sus pueblos vecinos, mira hacia el futuro con esperanza. Lejos quedaron aquellos tiempos donde los servicios básicos para la vida brillaban por su ausencia en los pequeños pueblos rurales. Hoy, ofrece tranquilidad y prácticas deportivas al aire libre a solo un paso de la capital. La mayoría de los cuatrocientos habitantes que componen el municipio se dedican a la economía agraria, tal y como viene haciendo el ser humano desde hace milenios. Las tierras áridas cercanas al centro urbano de Íllar iniciaron a repoblarse en el siglo XX y aún hoy siguen ganando hectáreas a terrenos baldíos para el aprovechamiento de los cultivos.


Una vez llegados al centro urbano, nos damos cuenta que no es un pueblo cualquiera, sino que tiene mucha personalidad. La calle principal flanqueada por edificios, algunos de ellos muy antiguos, nos lleva en pendiente desde la iglesia hasta la fuente. Esta calle es la más ancha del casco urbano y se engalana para las fiestas populares donde las personas desbordan los bares y chiringuitos.
Las calles de Íllar, desde la fuente. Al fondo la prominente silueta de la sierra de Gádor.
Iglesia de Santa Ana desde los arcos del Ayto.
La parte alta de esta calle, dedicada al presbítero González Garrido, comienza en la parroquia de Santa Ana y acaba en la glorieta que lleva también el nombre de la patrona. Del templo cristiano destacamos su antigüedad, datada a principios del siglo XVI. Fue quemada por los moriscos a finales de ese mismo siglo, quizá por ello su campanario presenta un aspecto de fortaleza, para protegerse de posible ataques. A continuación, encontramos de inmediato el ayuntamiento de la villa. La sede soberana de Íllar se halla en un edificio señorial de elegancia sublime.

Llegamos ya al final de la calle del presbítero cuando nos topamos con la glorieta de Santa Ana. Una obra contemporánea nos llama la atención y observamos que fue construida en 2005 y fue donada por el ayuntamiento de Roquetas de Mar. Se trata de una fuente de gran voluptuosidad que le da un toque moderno al lugar. Bajo esta fuente decorativa encontramos la verdadera fuente, una obra de ingeniería hidráulica decimonónica. Junto a la fuente centenaria le hacen compañía árboles colosales que cubren de hojas la balsa y el lavadero.
Panoramica de Íllar desde el Mirador del Valle, con Sierra Alhamilla al fondo flanqueando la estampa.
La Maravilla

Ermita de la Virgen de la Naranja en el mirador de la Romería.
A la parte alta del pueblo se accede mediante cuestas empinadas para salvar la pendiente, tambien mediante escalones como es el caso de la escalinata de la calle Cervantes, de gran belleza. Desde aquí los edificios emblemáticos del municipio van tomando otra forma que no vemos a pie de calle. Una vez que llegamos al Mirador del Valle observamos jugando con las nubes al cerro de la Cruz, perteneciente al municipio de Huécija. También el illarense cerro del Coto queda más cerca desde aquí. El horizonte lo corta la Sierra de Alhamilla mientras que un conjunto de pueblos blancos se esparcen por nuestra panorámica visual, Bentarique, Terque o Alhabia son algunos de ellos.
Entorno del Mirador del Valle Medio del Andarax, en la Villa de Íllar.
El entorno del Mirador del Valle está repleto de vegetación, caminos de piedra pizarra y bancos donde poder descansar, por si alguno se ha esforzado más de la cuenta tras la subida. Entre árboles encontramos un curioso hito conmemorativo del cuarto centenario del patronazgo de Santa Ana. Junto a él se encuentran tres olivos plantados para la ocasión.

Si estas vistas no son lo suficientemente cautivadoras, existe la posibilidad de seguir ascendiendo hasta llegar al mirado de la Romería, donde se encuentra la ermita de la Virgen de la Naranja, cruzando previamente la carretera principal que une a los pueblos de La Alpujarra. Esta pequeña ermita, tímida y anacoreta fue rehabilitada en el año 2010 con la colaboración de los vecinos. Rodeando al pequeño templo encontramos una zona de merendera con mesas y bancos de madera. Un lugar ideal donde pasar un día de convivencia a la sombra de árboles plantados por niños del pueblo.
Balsa de Íllar. Al fondo, el Parque Natural de Sierra Nevada dando paso al Desierto de Almería.

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