28 de mayo de 2015

Lubrín, una rosca de pan rodeando un peñón

Calle de la Iglesia.
A mitad de camino entre Uleila del Campo y Bédar, o si se prefiere, entre Sorbas y Zurgena, aparece Lubrín con su forma redondeada abigarrada a un gran peñón, coronado antologicamente por la torre del reloj, que marca las horas de los lubrinenses desde tiempos remotos.

Lubrín se esconde tímidamente entre cerros, tanto que si no estás justo delante, no lo ves. Una vez que contemplas esa magnífica panorámica de casas blancas y tejados arcillosos piensas que no hay pueblo más bonito que este. Y es que todo lo que alcanza a la vista parece sacado de un cuadro de Monet, con su torre blanca, su iglesia esbelta y armoniosa con el entorno, las casas inclinadas y una peculiar vegetación que que mezcla palmeras, pitas y pinos, además de las numerosas fachadas adornadas con geranios que revientan en primavera con la llegada del buen tiempo.

En los meses fríos hay que pegarse a la orilla de la chimenea puesto que los quinientos metros de altitud sobre el nivel del mar pueden pasar factura en las laderas orientales de la sierra de los Filabres. Más que un suplicio, el invierno en Lubrín trae muchos regalos, más allá de los que dejan los Reyes Magos.
Entrada a la pedanía de El Pilar de Lubrín.
Primavera en Lubrín.
La llegada de año nuevo viene con un manto blanco que cubre los campos de Lubrín gracias a la floración de los almendros. La ocasión se aprovecha para dar buena publicidad del municipio y atraer al turismo rural mediante rutas guiadas por las grandes parcelas de cultivo de secano que se esparcen por sus pedanías como La Alcarria o El Pilar. Esta última congrega multitud de visitantes durante los fines de semana de todo el año con un restaurante que sirve de reclamo y te invita a conocer la arquitectura tradicional del lugar, de la que destacan una ermita en lo más alto, junto a la era, y abajo, un buen cuidado lavadero, junto a un pozo, que sirve para dar la bienvenida de manera inmejorable.

Además de almendros, también se recolectan aceitunas de los muchos olivos que generan un aceite de calidad. Con una almazara conocida en toda la comarca.

Plaza de San Sebastián.
En el casco histórico de Lubrín, el mejor regalo del invierno es el 20 de enero, con la tradicional fiesta de las roscas de pan en honor a su patrón San Sebastián. Son tan importantes que congregan a miles de personas por sus calles y hasta nos hacen pensar que la silueta del pueblo tiene forma de rosca, como decíamos con anterioridad.

El fervor por San Sebastián es patente en muchos pueblos de la provincia de Almería pero aquí se vive de manera especial. Todo empieza cuando sacan al santo desde la iglesia ante el clamor de los asistentes. Después, se le pasea por un recorrido corto, pero intenso, que puede llegar a alargarse durante horas. Por el trayecto se le ofrecen roscas que caen desde los balcones. Estos panes se recogen y se aprovechan para rellenarlos de jamón y pasar un día festivo en familia. La pasión por esta fiesta se inmortaliza en la plaza de San Sebastián, en una fuente de mármol brillante.
Torre del Reloj, coronando el cerro plagado de pitas.




Mientras descendemos a los lugares más importantes del casco histórico, más grande se hace la figura de la torre del Reloj, que aparece rodeada de agaves o pitas, como las conocemos en Almería. Esta torre fue construida sobre los restos de una antigua fortaleza árabe. Parada obligatoria es el Centro de Interpretación de la Alimentación Rural y sobretodo las vistas desde su tejado, con un mirador que nos ofrece una visión detallada de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

La iglesia de Lubrín es relativamente moderna, ya que data de finales del siglo XIX. Posee una gran similitud con la iglesia de Uleila del Campo con una fachada imponente. Para llegar a ella se atraviesa una calle estrecha y empinada que te deja en la misma puerta.
Las vistas desde el Centro de Interpretación de la Alimentación Rural.

La Maravilla

Fuente de Abajo.
La cultura del agua y el aprovechamiento de este líquido vital está muy arraigada en la provincia de Almería, dónde eran habituales prolongadas temporadas de sequías, para remediarlo se construían canales que guiaban el agua y así utilizarla en lavaderos y abrevaderos.

Hay muchas fuentes en Lubrín, incluso existe un sendero que atraviesa barrancos y ramblas para dar a conocer los antiguos molinos, pozos y acequias que ya dejaron de tener un uso práctico. Las más conocidas fuentes de Lubrín son la de Arriba y la de Abajo. Nosotros nos quedamos con la de Abajo, situada junto a la rambla, con su viejo lavadero y unos arcos que no pierden su solera a pesar de la edad.

Junto al antiguo lavadero, cruzando la avenida de los Tres Peñones, hay una zona nueva de ocio engalanada con nuevas plantas ornamentales y viejos almendros. Un escudo del municipio tallado en mármol e incrustado a una roca también llama poderosamente la atención. Pero aquí las protagonistas son unas baldosas amarillas que parecen llevar a Ciudad Esmeralda, donde habita el Mago de Oz. Esta es una de las últimas imágenes que se observan en la despedida de Lubrín.

Tras conocer los municipios de Uleila del Campo y Lubrín, en una gratificante jornada dominical, nos vamos rumbo a Bédar a descubrir sus maravillas. No sin antes parar el coche unos segundos para mirar detenidamente la sobrecogedora estampa del pueblo desde este punto. La torre observa las casas desde las alturas como un centinela, controlando que todo esté en su sitio. La iglesia muestra una de sus caras ocultas pero no menos bonita. Los cielos grisáceos, casi morados, juegan a camuflarse entre las montañas del fondo. Nos vamos, pero volveremos a Lubrín, una vez más.
Último vistazo de Lubrín, donde se detiene el tiempo.

1 comentario:

  1. ADORO LUBRÍN...SU GENTE, SU CLIMA, SU PAZ...HERMOSO SITIO QUE DIOS ESCOGIÓ PARA QUE VIVAN MIS PADRES. Leidi Arias Sotomayor

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