Calle típica de Olula. |
En las desoladoras laderas de la cara sur de los Filabres se encuentra una efigie de los pueblos blancos del interior. Este pueblecito sobrevive en el tiempo igual que antaño, con una economía basada en la agricultura de secano, con pequeñas parcelas de olivos y almendros, en un suelo aterrazado, vestigio de la época musulmana.
Es en Olula de Castro donde la arquitectura filabreña goza de su máximo esplendor, a más de mil metros de altitud y rodeada de cerros despoblados de árboles, pero no de vida. El matorral se ha apoderado de esta zona y cobija en su seno a multitud de especies faunísticas. Sin ir más lejos, aves que siempre vemos enjauladas como los jilgueros o las perdices, vuelan aquí en libertad. Además, liebres, jabalíes o cabras completan un amplio repertorio de seres vivos.
Todavía hay relatos de algunos abuelos que vieron cortar las grandes arboledas de pino y encina que por estos parajes eran endémicos, para dejar paso al cultivo masivo y al pastoreo. Lo que propició una rápida deforestación, hasta dejar pelada por completo esta sierra. Ahora se está produciendo lo contrario y se están repoblando poco a poco sus montañas, en lo que parecen pequeñas gotas de verde esperanza esturreadas por los montes.
Arquitectura tradicional filabreña. |
La gente que habita en Olula de Castro, de avanzada edad en su mayoría, está acostumbrada a la soledad de la sierra y llevan una vida sencilla, dedicada al campo. No será difícil encontrarlos en el bar del pueblo o labrando, a golpe de legón, sus pequeños huertos de patatas y habas.
En Olula de Castro se encuentran pequeñas barriadas situadas a las afueras del casco histórico, tales como el Tallón Bajo o el Tallón Alto, practicamente despobladas, pero aún conservan sus antiguos dueños que vienen de vez en cuando a trabajar en las tierras que, por lo general, son recuerdos de su infancia. Junto a otros cortijos diseminados por el término municipal, estas barriadas se sitúan a caballo entre Gérgal y Olula.
Una de las panorámicas que regala Olula de Castro. |
La Maravilla
Iglesia de la Virgen del Patrocinio, Olula de Castro. |
Todas las miradas se dirigen al pequeño campanario de la iglesia dedicada a la Virgen del Patrocinio, patrona de Olula de Castro. Destaca desde cualquier rincón del pueblo y es el centro de atención en cada fotografía. Se mimetiza con las fachadas blancas del resto de viviendas que componen el centro urbano, generando una bella mezcolanza con los colores ocres de la sierra y los verdes intensos de las macetas y los árboles de la vega. Todo este revoltijo de tonalidades completan una panorámica perfecta desde todos los ángulos posibles.
El templo tiene unas dimensiones muy reducidas con una sola nave adosada al campanario. Nos recuerda bastante a otras parroquias como la de Castro de Filabres o Alcudia de Monteagud. Junto a la iglesia está la plaza del pueblo, con fuentes, bancos y farolas, donde los vecinos se paran a charlar. El Ayuntamiento tiene su sede en un edificio que no se distingue de una vivienda más si no fuese por su reloj que sobresale de entre las flores.
Plaza de Olula de Castro, menuda y coqueta. |
Es una verdad de perogrullo que Olula de Castro está alejado de todas partes. En cambio, es un baluarte de los pueblos del interior de la provincia de Almería que merece la pena descubrir. Ya sea con la blanca nieve en invierno o con las multicolores flores en primavera. Olula siempre estará esperando adormitada la visita de cualquier persona que se deje querer y, a su vez, disfrute del encanto de lo tradicional, de tejados de pizarra, de sus calles estrechas, sus balcones rebosantes de geranios y del aire limpio y puro que se respira en los Filabres.
Descubre Olula de Castro y el resto de pueblos de interior. |
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