7 de marzo de 2015

Yacimiento minero de Las Balsas

Chimenea de la mina.
A mediados del siglo XIX, en los yacimientos mineros de Las Balsas de Gádor, La Partala de Benahadux y otras minas esparcidas por la sierra de Gádor, trabajaban de media al año unas doce mil personas, solamente en la extracción del mineral. Con los puestos de trabajo indirectos, como el transporte o la fundición del metal esa cifra llegaba a duplicarse. Los guarismos sobre la gente ocupada son sorprendentes para una época en la que Almería capital contaba con veinte mil habitantes, siendo esta ciudad la más poblada de la provincia de Almería, recién separada de Granada.

Las familias de la clase burguesa enriquecidas por el apogeo de las minas construían los mejores edificios de la capital y se acomodaban a costa de la masa obrera, abundante y barata. Peor aún eran las cuadrillas de gavia, formadas por niños menores de catorce años, sin escolarizar y sometidos a trabajos forzados. Estos chiquillos eran los encargados de atravesar el interior de las pequeñas cavidades hasta llegar a los tajos. Eran ellos también los encargados de transportar el mineral en capazos hasta los enganches de los pozos.
Edificios abandonados dentro del yacimiento minero de Las Balsas de Gádor.
Parte superior de los hornos de la mina de Gádor.
Los derechos de los trabajadores todavía se siguen negociando en el siglo XXI, es triste imaginar la lamentable situación en la que se encontraban los mineros de aquella época boyante de la economía almeriense. Hasta finales del siglo XIX, cuando llegan las primeras manifestaciones y luchas obreras, los obreros estaban sometidos a las órdenes del capataz y su libertad no iba más allá de la longitud de los látigos con los que les azotaban.

El mineral más abundante en toda esta parte baja de la sierra de Gádor era el azufre, presente en grandes depósitos y extraído en el último cuarto del siglo XIX. Anterior al azufre fue la extracción de plomo, un mineral con gran salida al comercio exterior, lo que contribuyó en un despegue económico de la provincia, del cual sólo unos pocos sacaron provecho y beneficio. Todavía se encuentran pequeños trozos de estos minerales desperdigados por los alrededores de Las Balsas.
Las vistas desde la mina, con las dunas del desierto de Almería de fondo.

La Maravilla


Interior de los hornos.
Para acceder al coto minero de Las Balsas hay que pasar justo al lado de la conocida fábrica de cemento de Gádor. Más adelante iremos sobrepasando numerosas canteras que aún siguen explotándose. Sin desviarnos de la carretera se asoma a nuestra vista una vetusta chimenea, ya hemos llegado.

A solamente cincuenta metros de la carretera ya entramos de lleno en el recinto abandonado caminando por una vereda. Ya vemos los famosos hornos con forma de iglú de piedra, las antiguas balsas, una chimenea que roza las nubes, otra no tan grande con forma de periscopio, edificios destinados a laboratorios, escombreras de mineral desechado y tantas otras cosas. Con precaución de no caerte y de no alterar aún más las construcciones es aconsejable acercarse a descubrir cada rincón de este lugar perdido.

Con las ruinas de estas minas se arruinan los recuerdos de aquellos obreros. No habría mejor manera de recordar el sacrificio y la labor de aquellos mineros que conservando este paraje. En honor a esa gente que pertenecía a las clases más bajas de la sociedad y soportaban jornadas diarias de doce horas, con unos salarios absurdos que consistían en vales de descuento, cada tres meses, canjeables únicamente en establecimientos del dueño de las minas.
Hornos de las minas de Gádor, quizá lo más emblemático de este paraje encantado.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias, había divisado este paraje con Google Earth desde el cielo y no sabía qué era.

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    1. Gracias a usted, para nosotros es un placer mostrar las maravillas de esta tierra.
      Un saludo.

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  2. Es un peazo de historia que se está perdiendo,a la fabrica de cemento tampoco le interesa que pase mucha gente ya que casi todo es suyo... pero es bonita zona yo recomiendo visitar antes de que se caiga, un saludo

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