30 de abril de 2015

Zurgena, los últimos son los primeros

Rincones de piedra y flor por Zurgena.
Dividido en dos grandes núcleos de población por el río Almanzora, aparece el municipio de Zurgena, puerta de oriente del Valle del Almanzora. Se encuentra a mitad de camino de grandes poblaciones como Albox o Huércal Overa. Su pueblo vecino más cercano es Arboleas, a tan solo cuatro kilómetros de distancia, con lo cual no es difícil ver, a lo largo del día y de la noche, a gente de Zurgena en Arboleas , y viceversa.

En la orilla de este río se encuentra el casco urbano de Zurgena, y justo enfrente se sitúa la barriada de La Alfoquía, en el otro margen. La fisionomia de este barrio es tan grande como la de Zurgena, incluso llegó a albergar en su día la extinta estación de ferrocarril más grande de la comarca. Actualmente se encuentra rehabilitada, pero destinada a otros menesteres. La comunicación entre Zurgena y La Alfoquía eran difíciles cuando el río Almanzora se envalentonaba al ritmo de sus traicioneras aguas. Todo cambió a partir de 1972, cuando se construyó un gran puente para unir y acercar los dos núcleos de población. Otras pedanía importantes como El Cucador, se esparcen por todo el término municipal.
Montes despoblados sobre los tejados de Zurgena.

Como anécdota, no podíamos pasar por alto que Zurgena es el último pueblo de la provincia de Almería en orden alfabético. Este municipio del norte almeriense siempre sale al final de cada libro, de cada publicación, incluso en nuestro blog su etiqueta sale en la última posición, terminando la lista, por detrás de sus ciento un hermanos. Los zurgeneros no tienen la culpa de las vicisitudes etimológicas que se tuvieron en cuenta para formar el nombre de su pueblo. Además, es tan fácil como abrir el libro por el final o buscar su etiqueta en nuestro blog empezando desde abajo, para que así Zurgena, siempre aparezca el primero.
Una de las muchas plazas que engalanan este municipio del Almanzora.
Ermita de la Virgen del Calvario.
Al igual que Francisco Villaespesa en Laujar, Agustín Gómez Arcos en Enix, o Nicolás Salmerón en Alhama de Almería, Zurgena encuentra en la persona de Ginés Parra, su vecino más célebre y su emblema. Este pintor, natural del pueblo, se codeó con la crema de la intelectualidad de principios del siglo XX. Anduvo por medio mundo ganándose la vida junto a su familia, hasta que encontró su sitio ideal, que no es otro que Montparnasse, el barrio más bohemio de París. Mientras tanto culmina su formación en la prestigiosa Escuela Nacional de bellas Artes de Francia. Al volver a España tuvo que exiliarse como el resto de grandes artistas españoles, tras la guerra civil. Sus obras se exponen en museos de todo el mundo y su memoria se recuerda, gracias en buena parte a su amigo Picasso, que junto a otros fundaron la Sociedad de Amigos de Parra.

El casco urbano de Zurgena está recogido y engalanado con muchos parques y plazas, revestidos de flores y palmeras. A poca distancia se encuentran edificios emblemáticos como el ayuntamiento, de edificación aparentemente moderna.

Fachada de la ermita del Calvario.
De arquitectura sagrada destacan con fuerza dos templos cristianos. Una es la parroquia del siglo XVI dedicada a San Ramón Nonato, donde se encuentra el patrón del pueblo. La otra es la ermita de la Virgen del Calvario, en su interior se cobija la imagen que se le apareció a un pastor en el siglo XVIII en el mismo lugar donde se levantó posteriormente el templo de inmensa belleza. Es un pueblo donde la pasión se siente más que en otros lados, con una semana santa importante y reconocida.

Las calles están llenas de vida y gente que rebosa alegría y siente orgullo de su pueblo. Los niños juegan en cada plaza, los mayores cuentan sus historias en cualquier banco, a la sombra. Los fines de semana los bares están repletos de gente que se deja caer por esta zona de la provincia a tan solo noventa kilómetros, por autovía, de la capital almeriense. En la arquitectura de las viviendas se mezcla lo moderno con lo tradicional, con un estilo siempre popular de fachadas blancas y tejados ocres.
Parroquia de San Ramón Nonato, Zurgena.

La Maravilla
Torre del Reloj de Zurgena.

Al igual que en otros pueblos de la provincia que ya hemos conocido como Rágol, o su vecino Arboleas, en la zona más alta de Zurgena se erige una torre del reloj. Estos lugares son los más importantes de estos pueblos, no solo por el monumento en sí, que puede gustar o no gustar, ser más o menos práctico, si no por los sitios donde se encuentran enclavados, dominando los centros urbanos como si de centuriones inertes se tratasen, marcando las horas y los momentos de los vecinos.

La Torre del Reloj de Zurgena mide algo más de siete metros, compuesta de dos plantas. La primera es cuadrada, rodeada de pitas y vegetación salvaje. La segunda se eleva por encima y se presenta con cuatro aristas pequeñas y cuatro grandes, en una de las aristas que dan al pueblo se encuentra el reloj que lleva dando la hora más de un siglo. Sobre el tejado de estilo neomudéjar se yergue una veleta que señala la dirección de los vientos.

La Torre es visible desde cualquier recóndito rincón de Zurgena, y desde ella también se divisa cualquier punto de interés, que son muchos, en un pueblo que tiene muchas cosas que ver y muchos motivos para visitar.
Plaza Con reloj al fondo.

28 de abril de 2015

Líjar, un reducto de paz tras cien años de guerra

Calles de Líjar, cargadas de historia.
Era el mes de septiembre del año 1883, cuando el joven rey de España Alfonso XII acudió a Prusia en visita oficial. Para tal ocasión, el monarca decidió ir vestido con un elegante traje prusiano. Todo discurrió con normalidad, hasta que a su regreso, al pasar su diligencia por París, fue apedreado por los franceses que se lo tomaron como una ofensa, debido a las malas relaciones históricas que continuaron durante  la Tercera República Francesa y la Prusia de Otto Von Bismarck.

La noticia de la magmánima ofensa recorrió cada rincón de la geografía española. En Líjar, en el interior de la provincia de Almería, tras hacerse eco de lo sucedido, el alcalde Miguel García Sáez, decide convocar un pleno extraordinario. El único punto a tratar en este día, 14 de octubre de 1883, fue, nada más y nada menos, que la declaración de guerra a Francia. Tras un elocuente discurso cargado de patriotismo, consigue convencer por unanimidad a los plenarios. Así quedó aprobada oficialmente la declaración de guerra de este pequeño pueblo serrano contra la gran potencia europea.
Fuentes como esta se esparcen por todo el término municipal de Líjar.
El alcalde Miguel García Sáez era apodado como el " terror de los Filabres" y nadie pudo conseguir la paz, hasta un siglo después, en una incruenta guerra que él mismo se sacó de la manga. Para la consecución de la paz se aprovechó la entrada de España en la Comunidad Europea, por lo que Francia ya no era un enemigo sino más bien, un país hermano. El 30 de octubre de 1983 se firma la paz definitiva en la plaza del pueblo, con unos actos simbólicos que pasaron a la historia, con la presencia de autoridades políticas y militares de ambos bandos.

Vega del río Líjar.
Líjar es un pueblo bravo capaz de provocar una guerra, pero también es un reducto de paz, de gente sencilla y trabajadora. Sus blancas casas descansan en una ladera, a mitad de camino entre Chercos y Albanchez. Las aguas del río Líjar riegan su fértil vega y esculpen un paisaje de contrastes con profundos barrancos y verdes valles. La mano del hombre también ha ayudado a modificar el entorno natural, con sus inmensas canteras de mármol que dan trabajo a multitud de lijareños. El verdor de su sierra y la blancura de su mármol son los colores predominantes en la primavera de Líjar y del resto de municipios que componen el Valle del Almanzora. El resto del año, las laderas de la Sierra de los Filabres están despobladas, en sus últimas estribaciones a su paso por este municipio, y se inclinan suavemente en dirección al río Almanzora, que se queda a pocos kilómetros más abajo.
Ermita de la Virgen de Fátima, a orillas de la carretera que une a Líjar y Chercos.
Iglesia de Líjar. Siglo XVII.
La ermita de la Virgen de Fátima, junto a la carretera, te avisa que has entrado al término municipal de Líjar, si llegas desde Chercos. Así lleva haciéndolo desde que se construyó hace más de medio siglo. Una vez pasado este pequeño templo ya aparece erguido un castillo menudo que hace de guardián del pueblo que duerme a sus pies.

Metidos de lleno en el interior del pueblo no se deja de descender en ningún momento, ya que las casas se ubican de forma escalonada para aprovechar cada palmo de tierra de esta ladera. Las viviendas, en su mayoría, eran de una sola planta, pero han ido levantándose para ganar espacio hacia arriba, ya que a los lados no te lo permite su reducido casco urbano. Están construidas a la manera tradicional de esta zona de los Filabres, con fachadas blancas y tejados rojizos. En la plaza del pueblo se encuentran dos edificios importantes, el del ayuntamiento, con varios elementos de mármol, y la iglesia parroquial de Santa María,del siglo XVII, que alberga en su interior un retablo de gran belleza.
Panorámica de Líjar, con su castillo sobre los tejados y su sierra despoblada de árboles.

La Maravilla

Fachada del castillo de Líjar.
La bravuconada de aquel alcalde decimonónico no fue la única en este pueblo. A finales del siglo XV, cuando aún los musulmanes dominaban esta zona, un grupo de lijareños se rebelaron contra los reyes cristianos, sin derramar sangre tampoco. Tras las capitulaciones de Purchena y la reconquista cristiana de Almería, estos mudéjares fueron perdonados para no quedar despobladas estas tierras.

Un pueblo con tanta historia a sus espaldas no podía estar falto de arquitectura militar o defensiva. Por ello, en el año 2005 se construyó uno de los últimos castillos en Europa. Fue construido por dos albañiles del pueblo que dejaron constancia de sus nombres en una placa. Más que una fortaleza, sirve como extraordinario atractivo turístico. La imagen del castillo desde el puente de acceso al casco urbano es una de las mejores estampas de la provincia de Almería.

Tanto el castillo en sí, con su torre cuadrangular de siete metros de altura, como sus murallas, están revestidas por una elegante piedra pizarra que se extrae de zonas aledañas. La calle del Castillo o la calle Torrecica también brillan con el empedrado. Las vistas desde aquí,  son las más privilegiadas de Líjar, con los valles, ramblas y sierras que rodean el municipio como protagonistas.
Puente de acceso al casco urbano.

23 de abril de 2015

Cóbdar, abrigado por su gran roca de mármol

Una de las calles que van a la iglesia de Cóbdar.
El pueblo de Cóbdar se presenta a los ojos del visitante como un bosquejo, con la forma de un paquebote varado en la orilla de un río, bajo una gran roca. Esta roca repleta de mármol en sus entrañas es el emblema del municipio y , sus canteras, un icono de la industria del mármol en el Valle del Almanzora. Se conoce como "La Piedra" y es una mole colosal que forma parte de la Sierra de los Filabres, en sus estribaciones más orientales.

Los pueblos más cercanos a Cóbdar son los mismos con los que comparte una cultura y una historia muy similar. Esta zona fue poblada ya en la prehistoria, etapa de la que se conservan numerosos grabados en piedra, esparcidos por la sierra. También los musulmanes dejaron aquí su huella como en los pueblos aledaños, de esta civilización han perdurado en el tiempo los restos de una antigua alcazaba.

También ha padecido junto a sus vecinos los tiempos más difíciles, durante las guerras, las hambrunas, las emigraciones, el desempleo o las deficiencias en servicios públicos como la ausencia de buenas vías terrestres de comunicación o falta de luz y telefonía. Cóbdar ha ido superando, uno a uno, todos estos problemas e impedimentos que le han surgido desde su existencia. Ahora, buenos tramos de carreteras enlazan a Cóbdar con Albanchez, Líjar o Chercos. Además, la escasez de servicios de los que disponía fueron solucionados a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Hoy es un pueblo moderno que guarda su esencia más tradicional, con sus tiendas, bares y negocios que completan una gama de prestaciones reconfortantes para los que llegan nuevos y para los de toda la vida.

Agradable plaza del centro urbano, muy espaciosa y con buenas vistas.
Una de las calles empedradas y empinadas de Cóbdar.
Al entrar al casco urbano de Cóbdar, atravesando el puente que se eleva sobre el río, lo más visible es una zona de ocio moderna donde hay parques, bares y terrazas. La primera calle que tomamos para sumergirnos en el interior del pueblo es estrecha, tanto que apenas cabe un coche, los que llegan nuevos maniobran para no chocar pero los residentes no dudan en pasar rápido ya que conocen las anchuras de sus calles. Esta primera calle tan estrecha sirve de aviso de lo que les espera a los que llegan al  pueblo. Si se trata de hacer una visita correcta lo mejor es bajarse del coche y recorrer uno por uno, cada rincón del pueblo.

En las diversas plazas se concentran muchos, por no decir todos los vecinos y vecinas, a conversar y a socializar después de una jornada de trabajo,o acompañan a sus hijos a jugar a la pelota. En uno de los bares típicos del pueblo, regentado por Manuela, nos sorprenden los artilugios, tan antiguos como el negocio. Aquí nos aconsejan los mejores sitios para visitar en el municipio, que no son pocos. Nos hablan de unas cuevas recónditas en lo más alto de "La Piedra", o de hornos de fundición de minerales en las orillas del río de Los Molinos. Lugares escondidos que guardan los mejores secretos de Cóbdar.


Plaza de la Cruz, Cóbdar

Seguimos nuestro camino, adentrándonos en el casco urbano y se van quedando atrás los sonidos que producen los pelotazos y los chillidos de los niños. Conforme se asciende, por una de sus muchas calles verticales, se entra en una nueva dimensión donde el único sonido es el silencio. Todas estas calles empinadas parecen animarte a seguir montaña arriba. Se ven curiosos nombres en las calles, Moriscos, Cid, Valiente, calles empedradas y casas con forja en sus balcones, fachadas blancas y tejados ocres, ejemplos de una arquitectura serrana tradicional.

Para encontrar la iglesia de Santa María, el edificio más antiguo que aún se conserva (S.XVII), sólo es necesario alzar la cabeza y elevar la mirada ya que su campanario sobresale entre las casas. Enfrente encontramos fuentes singulares de las cuales brota un agua muy sana.

Panorámica de Cóbdar desde la carretera que lleva a Albanchez.

La Maravilla


Monumento de bienvenida al centro urbano de Cóbdar.
La entrada al centro urbano es un regalo después de un duro viaje por los abruptos Filabres. Nuestra opción elegida, de las varias posibles, fue llegar desde Albanchez, pueblo del cual sólo distan séis kilómetros por una carretera empinada y zigzagueante. Al llegar al majestuoso monumento de bienvenida, coronado por un ave rapaz, nos sentimos aliviados por llegar a un lugar tan conocido y fotografiado. El megalito se sitúa junto al río de los Molinos, que ofrece una excelsa estampa al diluirse entre la arboleda de su ribera.

Al otro lado del río están las blancas casas de Cóbdar mimetizadas bajo la Piedra blanca, luminosa y rebosante del mejor mármol del mundo, el cual lo encontramos en cada casa de Almería y nos hace sentir en nuestro pequeño palacio árabe por su textura y belleza. Si pasáis por aquí, no solo os paréis a mirar, entrad a conocer este jardín donde las flores perennes son las personas que lo habitan y le dan vida todo el año. Gente agradable y sencilla que te animan a descubrir su pueblo e incitan a que vuelvas.

Las casas de Cóbdar colgando en la ribera del río de los Molinos.

21 de abril de 2015

Taberno, un recóndito en la Sierra de las Estancias

Plaza Mayor de Taberno, menuda y coqueta.
En la parte más oriental del Valle del Almanzora se esconde entre las faldas de la Sierra de las Estancias el municipio de Taberno. Realmente, no se esconde nunca, ya que se muestra imponente en el cerro desde el cual domina su horizonte. Esta sierra sirve de frontera natural entre las comarcas de Almanzora y los Vélez.

Su bella panorámica dice mucho de él. Es tranquilo y calmado, sin grandes bullicios. Es alegre y vital, a sus gentes les gusta disfrutar de su pueblo y moverse por sus calles. También es tímido, ya que le cuesta exhibirse ante los ojos del viajero que espera con ansias echarle un vistazo después de un rato de trayecto.
Plaza Mayor de Taberno, desde el ángulo anverso. El ayuntamiento queda al fondo, tras la carretera.
Iglesia de San José, Taberno.
Entramos de lleno al centro del municipio y vamos directos a la Iglesia de San José, en pleno casco histórico, fue erigida a mediados del siglo XVIII como una filial de la iglesia de Vélez Rubio, pueblo al que pertenecía el, por entonces, anejo de Taberno. En ella se daba misa, e incluso se enterraban a los difuntos hasta la construcción de un cementerio municipal. El aspecto que presenta en pleno siglo XXI es el de un edificio longevo en un centro urbano bisoño. Las calles, el alumbrado y demás infraestructuras públicas fueron incorporadas hace unas cuantas décadas con un resultado magnífico dado que se ha conservado su esencia y se han mejorado los servicios a los ciudadanos.

Además de su esbelta iglesia, que sobresale de los tejados de las casas, encontramos edificios representativos como el Ayuntamiento, en plena carretera. La plaza Mayor queda enfrente, en la otra orilla de la carretera, es de pequeñas dimensiones pero de gran belleza, con su fuente flanqueada por dos palmeras y cuatro farolas.
Estupendas calles de Taberno, con nombres de flores. Bien pavimentadas y sin barreras arquitectónicas.
Hitos de demarcación de carreteras que podemos encontrar
en Albox y Taberno, respectivamente.
El pueblo más cercano a Taberno es Albox, nada más y nada menos, que la capital de la comarca del Almanzora. Quizá los escasos trece kilómetros que le separan hacen que esté más influido por este que por otros de la zona. El camino que hoy unen ambos núcleos de población coincidió en su construcción con la I Guerra Mundial, entre 1914 y 1918. Todavía se encuentran, a orillas de la carretera, los antiguos hitos de demarcación. Hoy es la carretera AL-7101 la que ocupa su lugar y enlaza Albox con Vélez Rubio, en el kilómetro 10 de dicha carretera ya se divisa la panorámica de Taberno. Si a esto le unimos sus más de setecientos metros de altitud sobre el nivel del mar, lo convierte en un reclamo para los aficionados al ciclismo en carretera y de montaña. Si hablamos de deportes, no podemos olvidarnos de las rutas 4x4 famosas a nivel regional con sus pruebas de alto nivel, celebradas en las ramblas y caminos rurales del municipio.
Una de las calles que lleva a la iglesia.

El municipio de Taberno linda además con los términos municipales de Huércal Overa, Zurgena, Arboleas, Albox, Chirivel y Vélez Rubio, con lo cual no está en mitad de ninguna parte, sino que esta en el punto geográfico intermedio de las ciudades más grandes del norte de Almería. Antaño fue una pedanía más del inmenso municipio de Vélez Rubio hasta que, a mediados del siglo XIX, consiguió emanciparse de éste y obtuvo su merecida independencia.

Desde entonces y hasta hoy no ha dejado de crecer, junto a sus pedanías como Los Pardos, Los LLanos o Santopetar supera los mil habitantes. El caso de esta última pedanía es curioso ya que formaba parte del municipio de Zurgena y, posteriormente, al de Huércal Overa, hasta que su destino deparó permanecer junto a Taberno, elegido así por los propios vecinos.
Silueta blanca sobre un barranco es la panorámica que nos deja Taberno desde la carretera.
La Maravilla

La ermita del Calvario en Taberno

En la parte más alta del casco urbano nace un camino de piedras rodeado de pinos jóvenes, al final del camino encontramos una ermita blanca, reluciente, que brilla con luz propia. Se trata de la ermita del Calvario, construida a mediados del siglo XIX. El camino ya nos indica mediante cruces grabadas en las rocas que nos estamos acercando a un lugar sagrado.


La visión desde este punto del municipio es sobrecogedora en todos los ángulos posibles. Con las dunas típicas de la provincia de Almería predominando la imagen, al fondo queda la Sierra de los Filabres. Al otro lado, la esplendorosa Sierra de las Estancias. Algunos de los pueblos vecinos, antes mencionados, puedes observarse facilmente desde aquí.

La panorámica que nos ofrece del pueblo es distinta a la que vemos desde la carretera. Si tenéis la suerte de ver el atardecer desde aquí, veréis los tejados rojizos de las viviendas bañados por los rayos del sol que hacen que las casas de Taberno parezcan un mar de ondas rosas y amarillas.
Panorámica de Taberno desde el mirador natural de la ermita del Calvario.

16 de abril de 2015

Arboleas, creciendo al tictac de su torre sin reloj

"El palo". El banco de Arboleas
Arboleas es considerada la puerta de entrada al Valle del Almanzora, aunque más bien las aguas de este río van llegando a su salida natural, a su paso por este municipio. Es un pueblo que crece a pasos agigantados donde la vida y la gente es de calidad, por algo lo eligen como residencia miles de británicos, que pasan aquí casi todo el año.

Es un pueblo para visitar y disfrutar durante todo el año. En el periodo invernal hace un frío típico de la zona mediterránea y todos se quedan en casa al lado del brasero o la chimenea, menos cuando salen a hacer sus labores al campo, comprar en las tiendas o ir a misa. Con la llegada de la primavera ya dan ganas de salir a la calle ya que el sol va tomando posición en el cielo y deja su reflejo amarillento plasmado en las flores de las vinagreras. Al llegar el estío comienza el periodo de festejos por todo el término municipal. Como suele decirse en Almería, el verano comienza en la Semana Santa. El último domingo de la semana grande de pasión se celebra en la zona algo muy típico y arraigado desde hace años; "Las meriendas". En este día las familias se dirigen a los márgenes del río, donde pasan un día en convivencia, disfrutando y degustando platos típicos con el resto de personas que asisten al evento, que son muchas.
Puente viejo de Arboleas que cruza el río Almanzora.
Calle Puntal, una de las empinadas cuestas del pueblo.
El puente viejo que cruza el río Almanzora, muy estrecho, por donde solo pasa un coche, era un lugar donde no cesaba el ir y el devenir de gente para un lado y para otro, al estar cerca de la plaza de la Iglesia. Actualmente sigue siendo muy transitado pero su protagonismo disminuyó con la construcción de un puente nuevo hace unos pocos años. Para ello debieron expropiarse muchas tierras a algunos arboleanos pero el resultado de la obra fue magnífico, con una buena entrada y salida del pueblo hacia la autovía, culminando una carretera que nace en el municipio vecino de Zurgena. Estos dos puentes se abarrotan de curiosos cada vez que las lluvias torrenciales provocan crecidas en el feroz río. Los más viejos aún recuerdan cuando no había puentes y había que cruzar a pie el lecho del río. Algunos que se arriesgaban quedaban atascados y los vecinos del pueblo ayudaban con las mulas. Aún los hay más viejos que recuerdan, que tras las crecidas del río, se avisaba de un pueblo a otro con una caracola.
Panorámica del río Almanzora a su paso por Arboleas, con la pedanía de La Perla, al fondo.
Estatua de Al - Arbuli.
Las fiestas en cada una de las pedanías van dando a entender que el verano astronómico está llegando. Las fiestas de Santa Ana en El Prado, las fiestas de La Cinta, etc. Las fiestas patronales en honor a San Roque son las más importantes del municipio. Se celebran a mediados de agosto, con sus bailes en la plaza del Ayuntamiento, paellas gigantes, y un sinfín de eventos donde los oriundos se mezclan con foráneos, bajo la atenta mirada de la estatua de Al Arbuli, un arboleano, científico, especializado en la medicina y alimentación. Este personaje también tiene unos días de celebración propios, donde se puede degustar el couscous o el taboulé, acompañado de cantes y danzas árabes.

En este pueblo se vive el deporte de manera especial, los chicos y chicas hacen campeonatos de pádel, ciclismo de montaña, partidos de fútbol, rutas en motos o en quads. Algo que no puede faltar en las fiestas de Arboleas es la corrida de cintas. Antiguamente eran las mujeres las que hacían y enroscaban las cintas, para que después los muchachos, montados a caballo, pasaran de un lado a otro por debajo de las cintas para intentar enganchar alguna.

Además de las fiestas en verano, Arboleas goza de una piscina pública, para sobrellevar los días calurosos, si se prefiere antes que una buena siesta, claro. Antiguamente, eran las balsas y las acequias las que se llenaban de zagales dispuestos a hacer correrías. Mientras tanto, las madres acudían a la cimbra a llenar de agua sus cántaros, a orillas del río, en el lugar donde hoy se encuentra el puente viejo.
Plaza del Ayuntamiento. Arboleas.
Los locales de restauración son lugares de ocio que pueden dividirse en dos gustos bien diferenciados, los que se adaptan a las necesidades de los ingleses, donde se bebe más que se come y se celebran karaoques, o los bares de toda la vida, en los que las barras están llenas de habas y se van comiendo mientras pides tu tapa o plato típico de la zona, elaborados todos con productos recién comprados en el mercado, el cual se celebra, como es tradición, cada sábado por la mañana.

Arboleas también reúne espacios culturales como el Museo Pedro Gilabert, que expone las obras de un arboleano querido por todos los del pueblo. Este genio esculpía la madera respetando su forma natural. Primero miraba a que le recordaba la madera cuando la encontraba en la naturaleza y entonces le daba forma que el quería y sentía. Falleció en 2008 a los 92 años y su cuerpo fue llevado a hombros por los vecinos y familiares que llenaros las calles para despedirlo.

Aunque es un pueblo moderno y con un futuro prometedor, tampoco debemos olvidar que no ha pasado mucho tiempo desde que "Anita" era la única que tenia una centralita de teléfono y distribuía las llamadas a los números de Arboleas. Como en casi todos los pueblos del interior de la provincia, la red telefónica no llegó hasta mediados de los sesenta.
Plaza del Ayuntamiento, desde el ángulo anverso.

Objetos sagrados del interior del templo de Santiago.
Del casco histórico destaca la iglesia que sobresale por sus hechuras y presume de estar repleta de imágenes sagradas. Estas tallas y objetos salen en procesión cada Semana Santa. De sus exteriores, las paredes ocres recalcan sus años y recrean fielmente su diseño original del siglo XIX. Está dedicada al Apostol Santiago y sustituyó a la extinta parroquia del siglo XV.



La plaza del Ayuntamiento también destaca por la belleza de su suelo y sus bancos, sus palmeras y sus farolas. El edificio consistorial está fechado en 1988 y domina el casco viejo desde las alturas.

Iglesia de Santiago Apóstol rodeada de viviendas del casco histórico.



La Maravilla

La Torre de Arboleas.



La Torre del Reloj, conocida por los arboleanos como "El Castillo" cuenta con más de ocho siglos de historia. Sus orígenes proceden, posiblemente, de minarete de una antigua mezquita o de torre vigía en la que se controlaba el curso del río. Se cuenta que los del pueblo vecino vinieron y se llevaron el reloj que había en la torre.


Esta Torre del Reloj, que no tiene reloj, pero que antiguamente si lo tenía, marcaba las tandas de riego en la vega del río que llegaban desde Zurgena hasta Cantoria. Desde aquí se anunciaban los acontecimientos más importantes del pueblo.

Su parecido con un faro marítimo es considerable, sobretodo de noche, cuando los colores rosicleres de sus ocho paredes se iluminan en mitad de la oscuridad que bien podría ser la inmensidad de todo un mar.
Parque Alcalde Francisco Pérez, adyacente a la Torre del Reloj.

Camino que lleva a la Torre del Reloj.
Las vistas desde aquí abarcan un amplio horizonte y alcanzan un gran tramo del río Almanzora. También divisan pedanías alejadas como La Cinta y las sierras, al fondo, que cierran el paso al sentido de la vista.

Todo el entorno de la torre está recién restaurado y tras su culminación el resultado fue excelso. Todo el camino de acceso está empedrado, acompañado de vegetación. Y, en la parte baja, acompaña a las antiguas pistas polideportivas, el parque público más grande de toda la comarca. Para su puesta en marcha se utilizaron terrenos en desuso y se replantaron árboles cítricos, se construyeron zonas verdes, juegos infantiles y áreas de descanso.

Este parque de grandes dimensiones se nombró en memoria del alcalde desaparecido Francisco Pérez.
Entorno de la Torre del Reloj, con las casas del pueblo posando para la foto.

14 de abril de 2015

Albanchez, donde la sierra se transforma en valle

Apacibles calles las de Albanchez.
La sierra de los Filabres es el sistema montañoso más representativo de la provincia de Almería ya que la cruza practicamente de oeste a este ocupando más de ciento cincuenta mil hectáreas. A lo largo y ancho de esta sierra encontramos multitud de montañas y picos famosos como el del Calar Alto o la Tetica de Bacares, el primero se observa desde la capital almeriense y , la segunda, desde todo el Valle del Almanzora.

Es en los pueblos como Chercos, Cóbdar, Líjar o Albachez donde lo abrupto y la altitud de la sierra comienza a suavizarse y se ameniza. De hecho es en estos pueblos donde el Valle del Almanzora tiene su límite sur, con la Sierra de los Filabres como frontera natural. En Chercos y Cóbdar la altitud es aún considerable, en Líjar todavía queda lejos el río Almanzora, es en el municipio de Albanchez donde se va allanando poco a poco el terreno con una pendiente que declina en dirección al río que da nombre a la comarca.

Monumento al agricultor en una de las entradas a la Plaza de España, en el centro de Albanchez.
Ricón encantador, paseando por el pueblo.

Son mas de setencientos los albancheleros que residen en su pueblo, con lo cual Albanchez no es ni grande ni pequeño, en lo que a población se refiere. Se trata más bien de un pueblo tranquilo, con buenas vías de comunicación y estupendos servicios públicos. No todos los municipios pueden presumir de tener un campo de fútbol de cesped artificial con entrada libre, por ejemplo. En Albanchez se encuentra uno de ellos, y en él juegan los niños del pueblo, a escasos metros del río Molinos. Todo esto tiene mérito ya que hace medio siglo la comunicación telefónica no había llegado aún al pueblo, entre otras deficiencias básicas

Los vecinos de Albanchez se dedican a la agricultura y al mármol, en su mayoría. La economía agraria del pueblo se trata del cultivo de secano, frutales o parras, en pequeñas parcelas. En cuanto a la extracción del mármol, al igual que los pueblos de esta zona rica en esta roca, sus residentes son empleados como mano de obra en canteras aledañas o en puesto de trabajo relacionados directa o indirectamente con el mármol.
Los niños de Albanchez pasando la tarde en unas instalaciones deportivas envidiables.
Calle empinada de Albanchez.
La panorámica que nos deja Albanchez es una silueta blanca en mitad de un valle verde con cielos azules y limpos. Es bonita de ver desde la carretera que comunica Albanchez con Líjar y también por la carretera que lleva al municipio de Cóbdar. Las casas parecen descansar viendo pasar las nubes y sobretodo, viendo pasar los siglos. Son muchos los años de historia de este pueblo que se disemina a lo largo de su término municipal en pequeñas pedanías como el Barranco del Infierno o la Fuente del Tío Molina, entre otras.

Sus orígenes son difíciles de datar ya que por el pueblo encontramos arquitectura posiblemente romana, como es el caso del acueducto conocido como Los Arcos de la rambla del Pozo, llamado así por los cinco gigantestos arcos que se elevan a veinte metros sobre el lecho del cauce. El estado que presenta esta obra de ingenieria hidráulica es admirable y tiene una gran sintonía con los acueductos de Carcauz, entre Felix y Vícar, con un origen similar. Del siglo XI, ya con el dominio musulmán de la zona, encontramos los restos de una fortaleza, en este recinto y su entorno se cree que estaba emplazado el Albanchez primitivo.

Panorámica de Albanchez desde la carretera que comunica a este pueblo con el de Líjar.

La Maravilla
Iglesia de Albanchez.

La Plaza de España es el corazón del casco histórico de la Villa de Albanchez, en torno a ella se erigen los dos edificios más importantes del pueblo. Uno es el ayuntamiento, lo que convierte a este sitio en la sede administrativa y política de todo el municipio. El edificio en si es una casa señorial adosada al resto de viviendas que flanquean la plaza. Bajo el ayuntamiento existe un arco que sirve de entrada y salida a la plaza. 

La otra edificación a destacar, de las dos que mencionamos, es la iglesia de la Anunciación. Data de mediados del siglo XVII y es, posiblemente, el edificio más importante de la villa, respecto a la arquitectura religiosa. Este templo posee unas grandes dimensiones a pesar de estar engullida por las casas del centro urbano. Su esbelto campanario puede divisarse a kilómetros de distancia. Como decíamos, es el edificio religioso más importante de Albánchez, pero no el único. Existen lugares como la Cruz del Calvario o la Ermita de San Roque, donde se profesa una gran devoción. 
Arco del Ayuntamiento, uno de los accesos a la Plaza de España de Albanchez.
Fuente de los Caños de Albanchez, junto al río Molinos.
Más allá de la Plaza de España está la cuesta de los Caños. Se trata de una avenida estrecha, serpenteante y muy empinada. Está siempre muy concurrida por los vecinos y por los muchos visitantes que vienen a conocer Albanchez, en busca de tranquilidad y buen tiempo, y lo encuentran. Suelen pararse los viajeros, muchos de ellos ingleses, en los bares, al inicio de la cuesta, frente a la fuente. 

Junto a los caños se encuentra un abrevadero y un lavadero, con lo cual este lugar no solo calmaba la sed de los vecinos sino que también la de las bestias, e incluso se podía lavar la ropa. Las aguas carbonatadas con las que se abastece esta fuente proceden de las entrañas de la Sierra de los Filabres. 

Lavadero público de Albanchez.

Otra calle transitada es la de la Huerta, sirve también de acceso directo a la Plaza de España desde la carretera que lleva a Cóbdar. En esta calle se encuentra, rodeado de rosales, el monumento de gran belleza dedicada a la figura del labrador.


Este pueblo no descansa como su silueta, sino que está bien despierto y aprovecha cualquier oportunidad para darse a conocer. En el 1990 tuvieron la espontánea y divertida idea de llevar la playa al interior de la provincia. Para ello se utilizó una piscina móvil  y se improvisó una orilla en la que se podía jugar al balonvolea o demás deportes de playa, impracticables en esta zona hasta ese momento. Aquello se conoció como Albanbeach 90 y aún hoy, muchos lo recuerdan.
Plaza de España. Uno de los lugares más simbólicos del municipio almeriense de Albanchez.