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3 de diciembre de 2015

Refugios de la Guerra Civil, a nueve metros bajo el suelo

Acceso al interior de los refugios.
Para culminar la segunda temporada de Maravillas de Almería hemos escogido a los Refugios de la Guerra Civil como protagonista. Sin duda es éste uno de los lugares más visitados de la capital almeriense, y al igual que hicimos la temporada pasada con la Catedral de la Encarnación , queríamos acabar por todo lo alto.

Los refugios se construyeron al año siguiente de empezar la guerra. Construidos en un tiempo record, aún no se sabía quienes eran los buenos y quienes lo malos, en una guerra fratricida de ideas extremistas, con ambos bandos amparados en ideales como democracia, patria, libertad o nación. Al final, resultaron ser tres años cruentos de odio, revancha, crímenes de guerra y fusilamientos. Los miembros de ambos bandos que defendían los nobles ideales antes mencionados mediante letras y palabras fueron encarcelados, exiliados o asesinados durante y después de acabar la contienda. Con lo cual, todos perdieron, y todos perdimos, ya que muchas familias se quedaron sin alguno o varios de sus integrantes; un padre, un hermano, que hoy en día, si vivieran, serían tíos, o abuelos.

La visita guiada comienza más o menos en la tesitura de nuestra introducción, con un vídeo en el que aparecen testimonios de personas que sufrieron en sus carnes la dureza de la guerra civil. Algunos de los recuerdos que nos cuentan ponen los pelos de punta; "El sol se apagó durante siete largos días", nos dice uno de ellos. Esto fue debido al bombardeo de los barriles de la Campsa situados en el puerto.
Recepción de la visita guiada a los Refugios de la Guerra Civil.
Primeros pasillos de los refugios de Almería.
El que hizo posible la construcción de los refugios fue el arquitecto municipal Guilermo Langle, muy afectado por los horrores de la guerra. El propio arquitecto tenía un refugio privado, al igual que muchas casas burguesas de la época, las cuales estaban obligadas a informar que disponían de un refugio privado que comunicaba con el refugio público y así socorrer a los ciudadanos que pasaran por la boca del refugio en caso de alerta.

Son más de cuatro kilómetros de galerías que se construyeron con celeridad, en solo un año y medio. Nunca en Europa se había construido un refugio en tan poco tiempo. Se pueden visitar la mayoría de los tramos originales, excepto lo más deteriorados como medida de prevención para turistas y visitantes. Todo se conserva casi intacto, las paredes con garabatos y dibujos de los niños, la enfermería de campaña, los techos con humedad y raices. Una de las pocas cosas que se han modificado ha sido el suelo, que antes era de arena y ahora está pavimentado. Durante el trayecto, unas fotografías antiguas nos informan donde estaríamos si estuviésemos en la superficie. El teatro Cervantes, el paseo de Almería, la Escuela de Arte, etc.
Despensa de los refugios, en uno de los laterales de la galería principal.

La Maravilla

Las bombas no detuvieron los juegos de algunos niños.
La vida a nueve metros bajo el suelo debió ser terrorífica y dramática. Durante algunos bombardeos dio cabida a 37.000 personas. La población de la ciudad de Almería, rondaba los 45.000 habitantes en aquellos años. Si alguien se pregunta qué pasaba con el resto de la gente hay varias respuestas. Muchos de ellos posiblemente se refugiaran en sus propias casas-cueva, muy frecuentes y abundantes en algunos barrios. O bien, algunos dejaron su destino en manos de la suerte. Otros se iban a los pueblos de la sierra, lugares menos propicios a ser bombardeados. Muchos de ellos también estuvieron reclutados en algún bando, peleando con algún hermano alistado en el lado contrario.

El bombardeo más importante y torticero de la ciudad de Almería no fue tan conocido como otros episodios de la Guerra Civil. El bombardeo de Guernika, por ejemplo. Aunque tuvieron idénticos protagonistas; el ejército alemán bombardeando una ciudad española. En el caso de Guernika fue la aviación alemana, y en el que nos atañe a nosotros fue la armada del mismo país, por orden expresa de Hitler. En represalia por el intento de hundimiento del crucero Deutchland que fue atacado por parte de la aviación republicana el 29 de mayo de 1937. Dos días después, la ciudad elegida para vengarse fue Almería, siendo bombardeada de madrugada. Curiosamente, en los dos incidentes murieron el mismo número de personas, 31 alemanes en el buque de guerra y 31 almerienses civiles durante el asedio que duró casi una hora.
Avión. Uno de los varios dibujos y garabatos que se observan en las paredes de los refugios.
Último pasillo de la visita guiada.
Pero fueron más los bombardeos. Para avisar a la población, sonaba un largo y angustioso toque de sirena. No volverían a salir de los refugios hasta que esa sirena tocara dos veces.

La última galería que recorremos durante la visita guiada es más estrecha que la principal, parte desde el hospital de campaña hasta las escaleras que dan acceso a la superficie, en la marquesina situada en la plaza de los Burros, frente a la Escuela de Artes. No habíamos visto la luz del sol desde que entramos por el acceso principal en la plaza Manuel Pérez García. La sensación que produce es de alivio casi, más bien de satisfacción, por poder visitar un lugar de interés histórico, sin pensar que en cualquier momento puede sonar una sirena que te obligue a entrar de nuevo. Nada que ver con lo que los almerienses padecieron durante los más de medio centenar de bombardeos durante la Guerra Civil.

Cuando la guerra llegó a su fin, las bocas de acceso a los refugios fueron utilizados para la ubicación de quioscos. Y así, los gritos, llantos y sollozos de la guerra fueron silenciados. Gracias a la rehabilitación y apertura de éstos refugios conocemos una parte de nuestra historia que todos esperamos no vuelva a repetirse nunca más.
Quirófano de operaciones del hospital de campaña de los refugios.

16 de junio de 2015

Catedral de la Encarnación, por dentro y por fuera

Sol de Portocarrero, en las paredes de la Catedral.
Para la entrada número cien de nuestro blog, y la última de esta temporada, hemos elegido la que es, con permiso de la Alcazaba, la joya del casco histórico de la ciudad de Almería. Se trata, como todos saben, de la Catedral de la Encarnación. El obispo Fernández de Villalán la ordenó construir en el siglo XVI, el proyecto de la obra fue encargado al arquitecto Diego de Siloé. El aspecto de la catedral puede parecer más bien una fortaleza que de un templo, esto se debe al temor de las invasiones berberiscas tan numerosas en aquella época y a las revueltas moriscas que sacudieron toda la provincia quemando la mayoría de las iglesias. La Catedral de la Encarnación es de las pocas en el mundo que presenta esta imagen defensiva más que ornamental.

La Catedral de la Encarnación abre, para los visitantes y turistas, de lunes a viernes, de 10:30 a 13:30 y de 16:00 a 17:00, también los sábados de 10:00 a 13:30. La entrada cuesta cinco euros, con la visita a los museos incluida.
Obras de arte bizantino en la sala de exposiciones de la Catedral de Almería.
Uno de los dos órganos, sobre el coro.
Accedemos al recinto por la puerta occidental, junto a la Puerta de los Perdones. Además de una agradable recepción, se encuentra junto a ella una sala de exposiciones, actualmente dedicada a obras de arte bizantino, llegadas de Rumanía. Con una primera buena impresión, subimos la escalinata para entrar de lleno en el claustro barroco del siglo XVIII. En su interior hay cuatro galerías que rodean el pario con una pequeña fuente, varias palmeras y la gran araucaria, posiblemente la más grande de toda la ciudad. Los que hemos estado aquí de niños, recordamos con nostalgia la inmensa vegetación que fue arrancada posteriormente, tras una remodelación.

En las dos esquinas del claustro se hallan los dos museos catedralicios. Uno se encuentra en reformas, el otro posee en su interior valiosas obras de arte y libros sagrados. Al lado de este museo se sitúa la Sala Capitular con una gran bóveda como protagonista.

Merece la pena recorrer, en respetuoso silencio, cada uno de los rincones del interior del templo. Así como la Sacristía, las capilla del Santo Cristo dónde se encuentra el sepulcro del obispo Villalar, la capilla de la Piedad dónde está enterrado otro obispo importante Antonio Corrionero y la capilla de San Indalecio, en homenaje al introductor del cristianismo en la provincia de Almería.
Obras de arte y libros sagrados en los museos catedralicios.
Trascoro de la Catedral, realizado en mármol rojo.
El Altar Mayor es de estilo gótico, con un retablo de estilo barroco de Ventura Rodríguez. A la vista aparecen ocho lienzos que representan otras tantas escenas importantes del cristianismo. La Inmaculada Concepción, la Natividad de la virgen, los Desposorios, la Visitación, la Epifanía, la Purificación de María, la Huida a Egipto y la Asunción de la Virgen. Todas ellas son obras de Antonio Garcia Puerta. El tabernáculo lo preside la figura de Jesús y los apóstoles.

El Coro dispone de setenta y cinco asientos en forma de U, en dos niveles. Dos enormes órganos a los lados se emplazan armoniosamente. Éstos fueron sustituidos por los órganos centenarios que fueron destruidos durante la Guerra Civil. Del Trascoro del siglo XVIII destaca el mármol rojo con el que está construido, se sitúa justo enfrente de la Puerta de los Perdones.
Claustro de la Catedral de la Encarnación.

La Maravilla

Campanario de la Catedral.
La imagen que todo el mundo conoce de la Catedral de Almería es la que corresponde a su fachada principal y al campanario. La primera se la conoce como portada norte y se divide en tres cuerpos encuadrados por dos grandes contrafuertes. Es obra del genial arquitecto del renacimiento Juan de Orea. Junto a la puerta principal se sitúa el primer cuerpo, dedicado al obispo Fernández de Villalar. Está enmarcado con dos columnas de orden corintio, a cada lado. Sobre el frontón de la puerta aparece el escudo del obispo. En el segundo cuerpo se representa a la virgen de la Encarnación sosteniendo al niño Jesús, con dos columnas corintias a cada lado. A la izquierda de las columnas se encuentra la imagen de San Pedro, y a la derecha San Pablo, realizadas a modo de relieve en mármol. El tercer cuerpo está dedicado al emperador español Carlos V, es el más pequeño de los tres y en el destaca el escudo imperial con el águila bicéfala, a los lados quedan representadas las columnas de Hércules con el lema "Plus Ultra", "Más Allá", que simboliza la grandeza del imperio y sus posesiones allende los mares. Este lema sigue apareciendo en el escudo actual de España. El resto de la ornamentación de la fachada lo completan efebos alados, mascarones de león y querubines, entre las columnas y contrafuertes.
Escudo imperial de Carlos V, en la fachada principal de la Catedral de la Encarnación.
Estatua del obispo Diego Ventaja.
Son muchos los pequeños detalles que tiene la fachada principal para quien los quiera buscar mientras sus hijos juegan en la plaza, se toma un café en las terrazas o se da un paseo por el centro. En una de las paredes orientales, se encuentra, por ejemplo, uno de los símbolos de Almería, el Sol de Portocarrero.

El Campanario de la Catedral, visible desde muchos puntos de la ciudad, posee ocho campanas, cada una de ellas con un nombre y una edad distinta. las dos que miran a la puerta principal son del siglo XVIII y se llaman "Horas de reloj" y "Cuartos de reloj". La campana central es del siglo XIX y se la apoda "Campana Gorda". Debajo de ésta se encuentra una más pequeña llamada "Santa María" de 1940. A la izquierda de ésta última está la "Campana de San Indalecio", y a la derecha la del "Sagrado Corazón de Jesús". Ambas datan del año 1942, al igual que las dos restantes, situadas en la cara norte del campanario, la de "San Juan" y "Santa Bárbara".

A los pies del campanario se erigió una estatua en honor al beato Diego Ventaja, obispo de Almería nacido en el pueblo alpujarreño de Ohanes.
Portada norte de la Catedral de la Encarnación, correspondiente a la fachada principal.

9 de junio de 2015

Museo Doña Pakyta, el nuevo referente del arte almeriense

Exteriores del Museo Doña Pakyta.
La popular "casa vasca" de Almería ha pasado a ser la "casa del arte" para todos los almerienses y visitantes que quieran conocer los distintos movimientos artísticos que han surgido en nuestra provincia a lo largo de su historia contemporánea, teniendo la posibilidad de contemplar algunas de las mejores obras desde 1880 hasta 1970 y recordar la figura de los más grandes artistas de Almería. En sus pasillos se dan cita, obras de Perceval, Capuleto o Ginés Parra, entre otros muchos y muy buenos.

Una parte importante de las obras que aquí se exponen, a lo largo de siete salas, se han cedido desde la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino. La primera sala se dedica enteramente al siglo XIX. En la segunda se centra en en los comienzos del nuevo siglo XX. En la tercera sala la protagonista es la Vanguardia almeriense. Las cuatro salas restantes del museo son para los verdaderos amantes del Movimiento Indaliano, dónde encontrarán obras de este grupo cultural que surgió en los años cuarenta, ocupando el vacío que dejó la Guerra Civil. Miguel Cantón Checa, Capuleto, Jesús de Perceval, Francisco Alcaraz, Luis Cañadas, Antonio López Díaz y Miguel Rueda fueron los máximos protagonistas, con un estilo cargado de sol y la realidad del sur.

"Castillo de Vélez Blanco", de Miguel Rueda Morales.
El Museo Doña Pakyta nace tras la donación de la "casa vasca" por parte de su propietaria Francisca Diaz Torres, una almeriense ilustre y centenaria, hija predilecta de Andalucía. La empresaria falleció a los 103 años de edad, dejando como legado su vivienda en beneficio de la ciudad de Almería. Es el último espacio cultural que se ha unido a una amplia gama que ofrece el Ayuntamiento de Almería. Por lo tanto, también es el último espacio cultural de la capital almeriense en unirse a nuestro blog, tras haberles presentado con anterioridad los siguientes:
Centro de Interpretación Territorial , situado en la Plaza Vieja.
Aljibes árabes, en la calle Tenor Iribarne.
Centro de Arte Museo de Almería, frente a la estación de autobuses.
Teatro Apolo, en la calle Obispo Orberá, esquina Juan Lirola.
Museo Arqueológico, ubicado en la carretera de Ronda.
Auditorio Maestro Padilla, en la plaza Alfredo Kraus, junto al mar Mediterráneo.
Casa del Cine, en el barrio de Villablanca.
Museo de la Guitarra, a espaldas de la Catedral.
Casa de las Mariposas, en la Puerta Purchena, acoge exposiciones temporales.
Escuela de Artes, con un magnífico claustro que reúne obras de artistas locales y alumnos del colegio.

"Terraos de Almería", de Luis Cañadas Fernández.
El recién creado Museo de Doña Pakyta se ubica en un gran edificio de aspecto norteño, conocido por todos los almerienses, situado en la plaza Eduardo Pérez, en la confluencia de El Paseo y La Rambla. Su entrada es gratuita y se puede visitar de martes a domingo, de 10:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00.

Es, en definitiva, una propuesta más, para acercar el arte a la gente de Almería, con nuevas galerías que nos permiten observar las obras al detalle, tanto pictóricas como escultóricas, dónde se nota cada una de las pinceladas y los contrastes cromáticos de los geniales autores almerienses.

La Maravilla

Interior de la "casa vasca", inalterado.
La "casa vasca" siempre ha concentrado las miradas de los transeúntes que recorren las calles de El Paseo o la Rambla, aledañas a la plaza de Eduardo Pérez. Al verla, lo primero que viene a la cabeza es qué hace una vivienda de dos plantas, con un tejado tan peculiar, con su jardín y sus palmeras, en mitad de tantos bloques de pisos.

La historia de esta vivienda se remonta a 1928, cuando se le encarga el proyecto de construcción al arquitecto Guillermo Langle. El dueño de los terrenos, el importante empresario Antonio González Egea, soñaba con tener un caserío en este lugar. El resultado de la obra se asemeja a las casas típicas del País Vasco, de ahí su apodo.

El primero en habitar la casa no fue su dueño Antonio González, si no su hijo José González, junto a su esposa Francisca Diaz Torres. Esto fue ya en la década de los cuarenta, después de rehabilitarse la vivienda tras los desperfectos acaecidos durante la Guerra Civil.

Tras su reciente reforma y apertura en mayo de 2015 concentra ahora la atención de todos los flashes de vecinos y turistas que ven mejorado su aspecto y su interior aprovechado para difundir el arte, gracias a la generosidad o filantropía de la entrañable empresaria Doña Paquita.
Una de las obras artísticas que podemos encontrar por las salas del Museo Doña Pakyta.

17 de marzo de 2015

Cable inglés de Almería, ingeniería de la escuela Eiffel

El Cable ingés desde abajo.
El cargadero de mineral El Alquife, más conocido como el Cable inglés, se construyó en 1904 por la compañía minera británica "The Alquife Mines" y, lo que no pensaron fue que tras millones de toneladas de mineral traído desde las entrañas de la parte oriental de Sierra Nevada, iba a convertirse en un símbolo de Almería, junto al Indalo o la Alcazaba. Al día siguiente de su inauguración, llevada a cabo por el rey Alfonso XIII, se cargó el primer barco, hasta 1970, año en el que zarpó el último barco cargado de mineral.

Desde Alquife, en Granada, llegaba el mineral hasta el Cable inglés para ser embarcado. Para los cien kilómetros que separan Alquife del mar se aprovecharon las vías férreas existentes de la línea Linares-Almería. El lugar de origen exacto es, para los curiosos, cerca de la gran montaña de escombros que aparece de camino a Granada por la autovía A-92 justo después de divisar el castillo de la Calahorra, en el Marquesado del Zenete. Antes de la aparición de este embarcadero todo el mineral era descargado del tren y cargado en el barco, todo a mano, a base de espuertas y carros. Esto propició un avance significativo en la calidad de trabajo de los empleados y sirvió, a su vez, en un aumento de la exportación de minerales.
Monumento a los almerienses asesinados en el campo de concentración de Mauthausen. Junto a el Cable inglés.
Vías de tren que comunicaban la estación
con el puerto de Almería.
La construcción de el Cable inglés siguió las directrices del ingeniero francés Gustave Eiffel, famoso en todo el mundo por diseñar la Torre Eiffel, construida para la Exposición Universal de París de 1889. Sus proyectos estrella siempre estuvieron ligados al hierro y el acero, como en el caso del embarcadero almeriense. Sus obras se esparcen por todo el mundo, aparte de la torre que lleva su nombre en París, existen muchas, entre otras en Portugal, Estados Unidos, Filipinas o Vietnam.

Aunque mucho se ha rumoreado de que el mismo Gustave Eiffel fue el encargado del proyecto arquitectónico hay que decir que no fue así. La empresa británica dueña de las minas de Alquife le encargó el proyecto a John Ernest Harrison, un ingeniero civil de Glasgow, ciudad donde tenía su sede la compañía minera. Durante su vida, Ernest Harrison participó en multitud de proyectos ferroviarios en el Reino Unido hasta que "The Alquife Mines" le dió la oportunidad de diseñar el embarcadero. La construcción duró dos años, desde 1902 hasta 1904.

El embarcadero ha sobrevivido intacto a más de un siglo de existencia. A pesar de las mareas, o de las bombas de la escuadra alemana en la Guerra Civil española, o campañas de desprestigio por parte de todos los equipos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento de la ciudad, con el fin de convertir este monumento en chatarra. Se sitúa, como todos saben, junto a la desembocadura de la rambla de Belén (Avenida Federico García Lorca), una calle muy transitada de la capital que se engalana cuando llega al mar en un espacio único donde el patrimonio arquitectónico del cable inglés se armoniza con el entorno de la playa de las Almadrabillas y el paseo marítimo.
El Cable inglés desde el dique de levante del puerto de Almería.



La Maravilla


El cable inglés, tan querido por las ciudadanas y ciudadanos de Almería es uno de los elementos arquitectónicos más representativos de la ciudad de Almería. A nivel nacional es considerado un icono del patrimonio industrial español del siglo XX. Pasó de ser denostado, incluso se hicieron campañas para promocionar su derribo, a ser un elemento insustituible dentro de la fisionomía de la bahía de Almería, considerado como Bien de Interés Cultural en 1998.
La colosal estructura del cable inglés destaca sobre el parque de la Estación, recientemente inaugurado.


Desembocadura de la Rambla Belén, junto a El Cable inglés.
Gracias a la protección administrativa del monumento se consiguió que el hierro con el que está construido no fuese vendido para chatarra como se pretendía. Pero esta protección no bastó para que se oxidase y deteriorase. En 2015, ciento once años después de su inauguración se abre un nuevo escenario para la ciudad de Almería con la posible finalización de las obras para la rehabilitación del cable inglés y su entorno. Este proyecto se unirá con el nuevo parque de la Estación, recientemente inaugurado, presenta una gran imagen tras derribar los muros que dividían la ciudad, en el lugar que ocupó el, para algunos, entrañable "Toblerone".

Lo que se pretende con su rehabilitación es albergar en su interior un centro de exposiciones, y un mirador en la parte superior, con lo que culminaría de manera brillante este espacio de ocio de Almería.
El cable inglés desde el Gran Hotel Almería.

5 de marzo de 2015

Castell del Rey, dominando la bahía de Almería

El castillo - faro de San Telmo desde Castell del Rey.
En los acantilados donde la sierra de Gádor choca abruptamente con el mar Mediterráneo se encuentra Castell del Rey, una urbanización suntuosa y confortable. Está situada a las afueras de la ciudad de Almería, en los límites occidentales de la capital con el municipio de Enix.

En la sierra de Gata los acantilados son de roca volcánica, en Cabrera podemos encontrar esquistos y, en el caso que nos atañe, las paredes verticales de la sierra de Gádor son de roca caliza. Estos acantilados se han formado en su mayoría, debido al oleaje.

Los acantilados de la provincia que nos proporcionan una mejor estética son los del Cabo de Gata, gracias en buena parte, a su Parque Natural protegido. Los de la Sierra de Gádor y, concretamente, los de Castell del Rey, no son menos espectaculares y sus vistas desde arriba y desde abajo son sobrecogedoras.


Entrada al barrio residencial de Castell del Rey.
Entre los acantilados y el mar se encuentra la carretera nacional 340, conocida por todos como "el Cañarete", una vía de comunicación fundamental entre los dos núcleos de población mas importantes de la provincia de Almería; la capital y Roquetas de Mar. Este camino viejo y angosto ha ido deteriorando estos paisajes y restando belleza natural al entorno. La carretera ha sido también protagonista involuntaria para la creación del barrio residencial de Castell del Rey.

El acceso a esta urbanización es sencillo, con una sutil indicación a la derecha que nos conduce tras grandes cuestas a lo alto de los acantilados. Aquí ya nos sorprenden muchos aspectos, las opulentes casas sin mucho lujo, pero si construidas caprichosamente por los dueños y los nombres de las calles con personajes monárquicos. En Castell del Rey Felipe VI sigue siendo Príncipe de Asturias.

Torre de la Garrofa, entre La Parra y Castell del Rey.
Castell del Rey es el sitio idóneo para contemplar el inmenso coral de la bahía de Almería.

Otra urbanización cercana a la de Castell del Rey y con gran similitud a ella es La Parra, perteneciente a Enix. Entre ambos lugares se encuentra la Torre de la Garrofa, dentro del municipio de la capital. Esta antigua torre circular servía para salvaguardar las costas, pero en la actualidad ha dejado de tener esa función y es una propiedad privada al ser adquirida en subasta como residencia.

La Guardia Civil hizo los últimos años de servicio de la Torre de la Garrofa en un cuartel rectangular adosado a la torre.

Barrio residencial de Castell del Rey, encaramado a los acantilados de la sierra de Gádor. Al fondo el centro urbano.


La Maravilla


Castillo - faro de San Telmo, Almería.
En el vetusto castillo de San Telmo hacían guardia dos vigías, eran los tiempos de Felipe II, y los litorales estaban plagados de piratas berberiscos como El Joraique, que amenazaban los pueblos costeros con saqueos y pillajes. Al igual que el de San Telmo, se levantaron torres de vigilancia por toda la costa de la provincia, como la Torre de la Garrofa, muy cerca de aquí, o el castillo de Guardias Viejas, entre muchas otras.

En los siglos posteriores al XVI fueron aumentando los soldados en este importante puesto de vigilancia. Hasta 1811, que fue volado por barcos británicos en el marco de la Guerra de Independencia cuando España y Napoleón iban de la mano. Estuvo derruido varias décadas hasta que se volvió a reconstruir para dar cabida a los carabineros y, posteriormente, a la Guardia Civil.

El faro, de reciente construcción, se elevó allá por 1976 sobre la torre del castillo de San Telmo, modificando su imagen por completo. Para acceder a él es complicado, porque se encuentra en una eterna reforma. Son casi ochenta metros de altitud sobre el agua del mar y para coronar esta atalaya hay que transcurrir por un camino babilónico al borde de unos vertiginosos acantilados.

Desde San Telmo se divisa también arquitectura antigua y moderna en el barranco de Bayyana.
Desde arriba, todo queda al alcance de la vista de las gaviotas. La Alcazaba, el casco histórico, el puerto, Cabo de Gata, todo está disponible para nuestros ojos en un collage de imágenes imborrables y sentimientos encontrados.

De noche el faro ilumina con su giro continuo todo lo que queda a su alcance, sin importar lo lejos que se encuentre. Es una señal de advertencia para los barcos y una grata bienvenida para los navegantes.

Impresionantes vistas desde el castillo - faro de San Telmo, Almería.

26 de febrero de 2015

Plaza Vieja de Almería, de zoco musulmán a plaza de la Constitución

Pingurucho de la plaza Vieja.
A los pies de la Alcazaba, en la parte más alta del casco histórico, encontramos la plaza de la Constitución, conocida otrora como plaza de la Libertad y conocida por todos, cariñosamente, como la plaza Vieja. Se trata de uno de los lugares más emblemáticos y queridos de toda la provincia de Almería, practicamente todos los almerienses han pasado por aquí alguna vez, y practicamente todos los turistas han venido a conocer este sitio con casta y solera.

El monumento a los Coloraos es el protagonista absoluto de la plaza, se conoce desde siempre como el pingurucho. su altura es el tamaño de nuestra libertad y está emparejado a las tres colosales palmeras que juegan con él.

Cada 24 de agosto se entrega una ofrenda floral por parte de las autoridades a los mártires de la libertad. Las flores depositadas en el pingurucho se dedican a la memoria de los 22 liberales fusilados en 1824 en la calle Granada, sin juicio previo, por parte del régimen absolutista de Fernando VII. Estos liberales eran conocidos como los coloraos por el tono cromático de sus camisas y pretendían provocar un levantamiento popular en contra del absolutismo y en favor de la constitución de 1812.


Fachada del Ayuntamiento de Almería, en obras.
Volviendo un poco a los orígenes de la plaza podemos decir que fue proyectada para albergar la sede del ayuntamiento de la ciudad de Almería a finales del siglo XIX. En la actualidad, el Ayuntamiento se encuentra en fase de remodelación y su sede se ha trasladado a la casa burguesa junto al Centro de Arte , frente a la Estación Intermodal.

La plaza se levantó sobre el antiguo zoco musulmán, un lugar de esparcimiento, esencial en la vida musulmana. En estos mercadillos un ciudadano de a pie podría encontrar todo lo que podría necesitar, especias, animales, barbería,.. Todo lo que se vendía y compraba en el zoco pasaba por la atenta mirada del funcionario público destinado a esta tarea; el zabazoque. El zabazoque desplegaba a sus fieles almotacenes por el zoco para evitar hurtos, y si se llegasen a producir, poder apresar a los ladrones.

Es una verdadera fortuna poder participar en las jornadas de noche en blanco y noche en negro que organiza el Ayuntamiento de la capital. En la plaza Vieja, en concreto, podemos disfrutar de conciertos que se pueden disfrutar, si se desea, desde el anfiteatro recientemente inaugurado en los tejados, a los cuales se accede desde el Centro de Interpretación Territorial.
Jornada de Noche en Blanco en los tejados de la plaza Vieja de Almería.
Desde los tejados vemos el patio del convento de las Claras, con una cruz dedicada a los caídos por Dios y por España. También resalta el campanario de la catedral con un aspecto bisoño. Al otro lado, la majestuosidad del cerro de San Cristóbal no deja de sorprendernos desde cualquier punto de la ciudad. Y, como no, la bella alcazaba, siempre presente en todas las miradas, se yergue sobre los tejados de los barrios de la Chanca y Pescadería.

Echando un vistazo al interior de la plaza, vemos una imagen distinta del pingurucho y las palmeras que lo flanquean. Desde aquí uno se da cuenta de las hechuras de la plaza, acostumbrados a la estrechez de las calles del casco histórico y al hacinamiento de edificios.
Alcazaba de Almería desde los tejados de la plaza Vieja.

La Maravilla


Personajes ilustres de Almería.
Junto a la única entrada abierta hacia la plaza, la que nos lleva a la calle Marín, se abrió hace bien poco el Centro de Interpretación Territorial, algo que necesitaba la ciudad y por fin se ha conseguido. El lugar elegido es inigualable. Aquí podremos conocer nuestros orígenes, nuestro pasado, lo que hemos sido y, al fin y al cabo, lo que somos.

Toda la información que aquí se expone está perfectamente seccionada en bloques para mejorar su facilidad de comprensión. Encontraremos explicaciones a todo lo relativo a lo nuestro; el cable inglés, los refugios de la Guerra Civil, el Indalo, etc. Se dispone incluso de un espacio dedicado a personajes ilustres de Almería donde no pueden faltar músicos como Antonio de Torres, políticos como Nicolás Salmerón, toreros como Relampaguito o escritores como Villaespesa.

En la parte dedicada al periodo islámico de Almería conocemos a una España que pudo ser y no fue; guerras santas, entretelas internas y, finalmente, como tantas veces en nuestra historia, no fuimos derrotados por ningún ejército extranjero sino que fuimos derrotados por nosotros mismos, al expulsar injustamente a una gente inocente que eran tan españoles como los cristianos, llevándose con ellos una parte de nosotros y dejando una huella imborrable en cualquier aspecto social y cultural de nuestras vidas.
Una de las salas del Centro de Interpretación Territorial de Almería, dedicada al cable inglés.

28 de enero de 2015

Teatro Apolo, el templo griego de Almería

Teatro entre las calles Juan Lirola y Obispo Orberá.
El Partenón de Atenas es el templo griego más famoso del mundo y está dedicado a la diosa Atenea. En pleno centro de Almería tenemos nuestro pequeño templo griego dedicado al dios Apolo. Apolo era perfección, belleza, armonía y razón. Elementos que se le pueden atribuir al teatro de Almería que lleva su nombre.

El edificio neoclásico del Teatro Apolo tiene aires de templo griego y se encuentra en la calle Obispo Orberá, esquina Juan Lirola, en pleno centro de Almería. Nada tiene que ver con la majestuosidad del templo dórico de la Acrópolis de Atenas. Pero si en algo se parece es que de los dos se emana cultura y sabiduría. En el Partenón de Atenas se reunían sabios y filósofos, en el teatro de Almería se reúnen gente del arte y amantes de la cultura desde hace más de cien años.
Patio de butacas del Teatro Apolo.

Y es que desde su construcción a finales del siglo XIX han pasado numerosos arquitectos para su remodelación y darle el aspecto que presenta. El Teatro Apolo se construyó sobre el solar que dejó el vetusto Teatro Calderón.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX fue sede del Círculo de Lectores, lugar de reunión para escritores de renombre a nivel nacional como Francisco Villaespesa o Carmen de Burgos, y muchos otros poetas importantes a nivel provincial como Pácido Langle que llegó a presidir esta institución.

Estas reuniones de la crema de la intelectualidad indaliana acercaron las tendencias y movimientos literarios de la época como el modernismo y el regeneracionismo a la población de Almería.

Sala de exposición en el interior del Teatro Apolo.


La Maravilla

Elegante patio de butacas del Teatro Apolo.
Los seguidores de las nuevas tendencias de principios del siglo XX llenaban los patios de butacas del Teatro Apolo, profesores, dueños de comercios, periodistas, etc.

En la actualidad, tras una profunda reforma, las proyecciones de cine le han robado el protagonismo a las escenas teatrales. Tras ser adquirido por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería ha pasado a dominio público y compite sanamente con otros equipamientos culturales de la capital como el Auditorio Maestro Padilla, o los museos  de Arte, Arqueológico y de la Guitarra.

De su amplia gama de ofertas culturales que ofrecen semanalmente sobresalen las proyecciones cinematográficas, con películas para un gusto distinguido como Érase una vez en Anatolia, God Help the girl o el Secuestro de Michel Houellebecq, ésta última muy divertida que narra la estrovertida forma de vida de este escritor francés que estuvo un tiempo afincado en nuestra provincia.

Fachada del Teatro Apolo de Almería.