28 de mayo de 2015

Lubrín, una rosca de pan rodeando un peñón

Calle de la Iglesia.
A mitad de camino entre Uleila del Campo y Bédar, o si se prefiere, entre Sorbas y Zurgena, aparece Lubrín con su forma redondeada abigarrada a un gran peñón, coronado antologicamente por la torre del reloj, que marca las horas de los lubrinenses desde tiempos remotos.

Lubrín se esconde tímidamente entre cerros, tanto que si no estás justo delante, no lo ves. Una vez que contemplas esa magnífica panorámica de casas blancas y tejados arcillosos piensas que no hay pueblo más bonito que este. Y es que todo lo que alcanza a la vista parece sacado de un cuadro de Monet, con su torre blanca, su iglesia esbelta y armoniosa con el entorno, las casas inclinadas y una peculiar vegetación que que mezcla palmeras, pitas y pinos, además de las numerosas fachadas adornadas con geranios que revientan en primavera con la llegada del buen tiempo.

En los meses fríos hay que pegarse a la orilla de la chimenea puesto que los quinientos metros de altitud sobre el nivel del mar pueden pasar factura en las laderas orientales de la sierra de los Filabres. Más que un suplicio, el invierno en Lubrín trae muchos regalos, más allá de los que dejan los Reyes Magos.
Entrada a la pedanía de El Pilar de Lubrín.
Primavera en Lubrín.
La llegada de año nuevo viene con un manto blanco que cubre los campos de Lubrín gracias a la floración de los almendros. La ocasión se aprovecha para dar buena publicidad del municipio y atraer al turismo rural mediante rutas guiadas por las grandes parcelas de cultivo de secano que se esparcen por sus pedanías como La Alcarria o El Pilar. Esta última congrega multitud de visitantes durante los fines de semana de todo el año con un restaurante que sirve de reclamo y te invita a conocer la arquitectura tradicional del lugar, de la que destacan una ermita en lo más alto, junto a la era, y abajo, un buen cuidado lavadero, junto a un pozo, que sirve para dar la bienvenida de manera inmejorable.

Además de almendros, también se recolectan aceitunas de los muchos olivos que generan un aceite de calidad. Con una almazara conocida en toda la comarca.

Plaza de San Sebastián.
En el casco histórico de Lubrín, el mejor regalo del invierno es el 20 de enero, con la tradicional fiesta de las roscas de pan en honor a su patrón San Sebastián. Son tan importantes que congregan a miles de personas por sus calles y hasta nos hacen pensar que la silueta del pueblo tiene forma de rosca, como decíamos con anterioridad.

El fervor por San Sebastián es patente en muchos pueblos de la provincia de Almería pero aquí se vive de manera especial. Todo empieza cuando sacan al santo desde la iglesia ante el clamor de los asistentes. Después, se le pasea por un recorrido corto, pero intenso, que puede llegar a alargarse durante horas. Por el trayecto se le ofrecen roscas que caen desde los balcones. Estos panes se recogen y se aprovechan para rellenarlos de jamón y pasar un día festivo en familia. La pasión por esta fiesta se inmortaliza en la plaza de San Sebastián, en una fuente de mármol brillante.
Torre del Reloj, coronando el cerro plagado de pitas.




Mientras descendemos a los lugares más importantes del casco histórico, más grande se hace la figura de la torre del Reloj, que aparece rodeada de agaves o pitas, como las conocemos en Almería. Esta torre fue construida sobre los restos de una antigua fortaleza árabe. Parada obligatoria es el Centro de Interpretación de la Alimentación Rural y sobretodo las vistas desde su tejado, con un mirador que nos ofrece una visión detallada de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

La iglesia de Lubrín es relativamente moderna, ya que data de finales del siglo XIX. Posee una gran similitud con la iglesia de Uleila del Campo con una fachada imponente. Para llegar a ella se atraviesa una calle estrecha y empinada que te deja en la misma puerta.
Las vistas desde el Centro de Interpretación de la Alimentación Rural.

La Maravilla

Fuente de Abajo.
La cultura del agua y el aprovechamiento de este líquido vital está muy arraigada en la provincia de Almería, dónde eran habituales prolongadas temporadas de sequías, para remediarlo se construían canales que guiaban el agua y así utilizarla en lavaderos y abrevaderos.

Hay muchas fuentes en Lubrín, incluso existe un sendero que atraviesa barrancos y ramblas para dar a conocer los antiguos molinos, pozos y acequias que ya dejaron de tener un uso práctico. Las más conocidas fuentes de Lubrín son la de Arriba y la de Abajo. Nosotros nos quedamos con la de Abajo, situada junto a la rambla, con su viejo lavadero y unos arcos que no pierden su solera a pesar de la edad.

Junto al antiguo lavadero, cruzando la avenida de los Tres Peñones, hay una zona nueva de ocio engalanada con nuevas plantas ornamentales y viejos almendros. Un escudo del municipio tallado en mármol e incrustado a una roca también llama poderosamente la atención. Pero aquí las protagonistas son unas baldosas amarillas que parecen llevar a Ciudad Esmeralda, donde habita el Mago de Oz. Esta es una de las últimas imágenes que se observan en la despedida de Lubrín.

Tras conocer los municipios de Uleila del Campo y Lubrín, en una gratificante jornada dominical, nos vamos rumbo a Bédar a descubrir sus maravillas. No sin antes parar el coche unos segundos para mirar detenidamente la sobrecogedora estampa del pueblo desde este punto. La torre observa las casas desde las alturas como un centinela, controlando que todo esté en su sitio. La iglesia muestra una de sus caras ocultas pero no menos bonita. Los cielos grisáceos, casi morados, juegan a camuflarse entre las montañas del fondo. Nos vamos, pero volveremos a Lubrín, una vez más.
Último vistazo de Lubrín, donde se detiene el tiempo.

26 de mayo de 2015

Uleila del Campo, el mirador de la llanura

Plaza de la Constitución.
Uleila del Campo es uno de esos lugares mágicos apartados de cualquier otro pueblo, con un señorío y una elegancia que brilla por sí sola, tanto como la pizarra en un día soleado. Sus vecinos más cercanos se encuentran a muchos kilómetros de aquí, algunos de ellos son Lubrín o Tabernas.

Está integrado en la Mancomunidad de Pueblos del Interior, pero forma parte de lo que se conoce como la comarca Filabres - Alhamilla. Se encuentra a poco más de cincuenta kilómetros de Almería capital, gran parte de ellos por autovía. Tras pasar Tabernas aparece un desvío hacia la izquierda con una larga recta rodeada de ciclópeos eucaliptos. De aquí en adelante empieza la carretera conocida como "Cuesta Blanca", con un tramo zigzagueante. Para llegar a Uleila del Campo no se deja de ascender de manera cómoda y paulatina, excepto algunos tramos de poca exigencia. Hasta encontrar la silueta hermosa del pueblo, asentada a unos 650 metros de altitud sobre el nivel del mar. Esa misma panorámica es la de un pueblo siciliano, tal y como pudimos ver en la película Patton, de Franklin J. Shaffner. Rodada en Uleila del Campo y en varias zonas de la provincia, ganadora de siete Oscars.

Iglesia de Santa María.
Esta carretera nos deja en la misma plaza de la Constitución, donde se hallan los lugares de mayor calado e importancia del municipio. Uno es su monumento más emblemático, la iglesia de Santa María. Al otro lado de la plaza está el Ayuntamiento, sede soberana de los uleilenses.

En la misma plaza de la Constitución, entre ambos edificios históricos, se alberga el Centro de Interpretación del Trabajo Tradicional. Aquí exponen una amplia gama de fotografías y maquetas que explican como era de dura la vida en el campo, en un pueblo históricamente agrario, como la inmensa mayoría de municipios de la provincia.
La placeta de Uleila del Campo, muy transcurrida durante el día.
Recientemente fue rehabilitada y mejorada la placeta de Uleila del Campo, uno de los lugares más transitados por los vecinos que se sientan a la sombra de grandes árboles en el mismo centro urbano. Para los visitantes también es un lugar acogedor ya que aquí se encuentran las tiendas y los bares que dan servicio todo el año.

Junto a la carretera, se sitúa la Era de Pepe Higinio, donde cada año en época estival, se celebra la tradicional Fiesta de la Trilla . Esta es una de esas ocasiones que no se pueden dejar escapar si quieres visitar este municipio, con unos días cargados de diversión y de buen ambiente para celebrar unas jornadas cargadas de valor etnográfico y rodeados de aperos de labranza y aventado, tal y como se hacía antes de la mecanización del campo.
Una de las panorámicas que nos ofrece el pueblo, en su parte baja desde la vega.
La Maravilla

Mirador de la Umbría, Uleila del Campo.
El mismo nombre de Uleila del Campo significa en árabe; mirador. No se trata de un hecho aislado ya que desde su parte más alta se divisan grandes llanuras casi inabarcables para la vista que sólo son cortadas por montañas a lo lejos. Sobre la tierra, un manto de almendros y olivos tapiza su aridez.

Las montañas del sur de la Sierra de los Filabres se yerguen con fuerza al norte del municipio, como una estructura colosal coronada por el Santuario de Monteagud, donde cada año miles de peregrinos acuden a la romería en honor a la Virgen de la Cabeza.

Las llanuras, el cerro de Monteagud, todo es visible desde el mirador de la Umbría, en un lugar con forma de era empedrada de pizarra y con bancos para sentarse a divisar el entorno o a dejar la mente en blanco.
Impresionantes vistas de la llanura de Uleila del Campo desde el mirador de la Umbría.
Iglesia de Uleila desde el mirador de la Umbría.
No todo es campo en Uleila, también su arquitectura tradicional es admirable y desde aquí, también se aprecia de una manera especial, con la iglesia, como no, siempre presente, esta vez sobre los tejados de las casas.

Cada losa, cada farola y cada hoja de los árboles está predispuesta a estar en ese sitio de manera concienciada para poseer un aspecto inigualable y transmitir buenas energías que te invitan a regresar, al menos una vez por cada estación del año.

Tras descender por unos cuantos escalones de piedra pizarra, llegamos a la parte baja del pueblo que mira hacia la vega. Aquí se encuentra el campo de fútbol, las pistas polideportivas o la piscina. En definitiva, lugares de diversión y ocio para los grandes y pequeños del pueblo. Un pueblo donde es imposible aburrirse o quedarse con el estómago vacío dada la cantidad de establecimientos públicos y la variedad gastronómica.
Parte baja del municipio, donde se emplazan los lugares de deporte y ocio para sus habitantes y visitantes.

21 de mayo de 2015

Velefique, el refugio del caminante

Iglesia de Velefique
Velefique le levanta la falda a la sierra de los Filabres en su cara sur, dónde lleva enclavado durante siglos, en uno de los entornos más pintorescos de la provincia de Almería. Este pequeño pueblo se sitúa bajo los abruptos cerros de una sierra sin árboles, donde los matorrales son los únicos que se atreven a contrastar los colores de las casas blancas repletas de flores.

Con raíces profundamente musulmanas, Velefique siempre ha sido el refugio ideal para quien lo necesitó. Así como una tribu bereber fue acogida en el siglo VIII. O tres siglos más tarde, una secta perseguida por los omeyas salió de Córdoba, refugiándose en Velefique. Después vinieron los moriscos para cultivar la tierra como sólo ellos sabían, con sus métodos novedosos de ingeniería agrícola. Tras la conquista cristiana de Almería, los moriscos fueron expulsados y también los de Velefique, quedando casi abandonadas todas las huertas. Fue repoblado con gentes venidas de Castilla, los cuales debieron quedar asombrados con las técnicas de cultivo de los árabes y por los parajes cargados de belleza que posee Velefique. En el siglo XXI sigue siendo un refugio exquisito para el caminante que desee acercarse a este pueblo filabreño, donde se cobijan del sol bajo sus grandes moreras, las mismas que antaño daban de comer a los gusanos de seda que generaban una prosperidad alta dada la cantidad de telares que llegaron a existir.
Plaza de Velefique.

Calle Iglesia.
En Velefique se manifiestan estilos mozárabes en cada rincón, debido a la fisionomía de las calles y a las fachadas blancas de las casas. Si ahora es un pueblo de excelsa belleza, antaño tuvo que gozar de un renombrado esplendor. Por eso no es de extrañar que por aquí pasaran grandes escritores, científicos o astrónomos de Al Andalus. Uno de estos personajes relevantes, puede incluso que fuese natural de Velefique. Se llamaba El Belefiqui y vivió durante el siglo XIV. Tuvo una dilatada carrera como político y escritor. Escribió importantes obras bibliográficas de Almería, siendo uno de los historiadores más importantes de la provincia, hasta la época.

En el lavadero público, junto a la rambla, tiene hoy su sede una conocida marca que elabora cerveza artesanal. Por suerte, hace ya décadas que los lavaderos dejaron de ser útiles y prácticos. Pero es una suerte también que puedan conservarse estos lugares de gran valor etnográfico, como recuerdo inerte de aquellas mujeres trabajadoras.
Subida hacia el Alto de Velefique.

A mediados del siglo pasado, no solo faltaban lavadoras, sino que no había ni luz, ni teléfono, en la mayoría de los municipios de los Filabres. Fue en el año 1956 cuando se pudo conducir el agua para regadío, en un pueblo mayoritariamente agricultor. En el caso del teléfono, fue durante 1970 cuando se produjeron las primeras llamadas, lo que supuso un pequeño gran avance en un pueblo que no tenía nada que ver con el que es hoy, con alumbrado, agua potable, buenas vías de comunicación, y un sinfín de servicios básicos que han propiciado una mejora sustancial de la calidad de vida de los velefiqueños.

Una vía de comunicación a destacar es la carretera del Alto de Velefique, una subida de 13 kilómetros y una pendiente media del 8%. Arranca en el mismo pueblo y culmina en Bacares tras coronar los 1860 metros de altitud máxima. Ha sido escenario de alguna "etapa reina" de la Vuelta a España, y no es raro encontrar a ciclistas escaladores entrenando por aquí, algunos de la talla de Contador.
Panorámica de Velefique desde el barrio de Triana

La Maravilla
Señal de acceso al barrio de Triana.

Cada año a mediados de agosto se celebran en Velefique las fiestas populares en honor a San Roque. El patrón encontró cobijo en la iglesia de Santa María de la Asunción, desde que los Reyes Católicos tomaron Almería. El templo fue reconstruido en el año 1600 tras ser quemado en la rebelión de los moriscos. Sus dimensiones van acordes a las del municipio y destaca su torre que se eleva sobre los tejados de las casas que la abrazan.

Otro lugar cargado de recuerdos es la plaza del Ayuntamiento, donde los vecinos pasan  las horas como el reloj que se encuentra en lo más alto de la casa consistorial.

Entre calles estrechas y flores embriagadoras nos desplazamos al barrio de Triana, lugar de los antiguos caseríos y desde donde mejor se observa la disposición arquitectónica de Velefique.
Barrio de Triana, frente al núcleo urbano de Velefique.
Restos del antiguo horno.
Al cruzar el puente de la rambla encontramos en ruinas un antiguo horno harinero. Según el Libro de Apeos, en Velefique llegó a haber siete molinos de harina que fueron pasando al olvido, al igual que este.

Las vistas del pueblo van mejorando conforme vamos ascendiendo por el barrio, entre corrales y casas de pizarra.  En lo alto encontramos el cementerio, con la torre o alminar de lo que fue la antigua mezquita rural. Se erigió en el siglo XII y completó las necesidades de los habitantes musulmanes que habitaban el pueblo, junto a la Alcazaba que se situaba un poco más arriba, de la cual aún quedan algunos restos.
Mezquita de Velefique, situada en el cementerio y coronando el viejo caserío.

19 de mayo de 2015

Olula de Castro, un baluarte por descubrir

Calle típica de Olula.
En las desoladoras laderas de la cara sur de los Filabres se encuentra una efigie de los pueblos blancos del interior. Este pueblecito sobrevive en el tiempo igual que antaño, con una economía basada en la agricultura de secano, con pequeñas parcelas de olivos y almendros, en un suelo aterrazado, vestigio de la época musulmana.

Es en Olula de Castro donde la arquitectura filabreña goza de su máximo esplendor, a más de mil metros de altitud y rodeada de cerros despoblados de árboles, pero no de vida. El matorral se ha apoderado de esta zona y cobija en su seno a multitud de especies faunísticas. Sin ir más lejos, aves que siempre vemos enjauladas como los jilgueros o las perdices, vuelan aquí en libertad. Además, liebres, jabalíes o cabras completan un amplio repertorio de seres vivos.

Todavía hay relatos de algunos abuelos que vieron cortar las grandes arboledas de pino y encina que por estos parajes eran endémicos, para dejar paso al cultivo masivo y al pastoreo. Lo que propició una rápida deforestación, hasta dejar pelada por completo esta sierra. Ahora se está produciendo lo contrario y se están repoblando poco a poco sus montañas, en lo que parecen pequeñas gotas de verde esperanza esturreadas por los montes.

Arquitectura tradicional filabreña.
La gente que habita en Olula de Castro, de avanzada edad en su mayoría, está acostumbrada a la soledad de la sierra y llevan una vida sencilla, dedicada al campo. No será difícil encontrarlos en el bar del pueblo o labrando, a golpe de legón, sus pequeños huertos de patatas y habas.

En Olula de Castro se encuentran pequeñas barriadas situadas a las afueras del casco histórico, tales como el Tallón Bajo o el Tallón Alto, practicamente despobladas, pero aún conservan sus antiguos dueños que vienen de vez en cuando a trabajar en las tierras que, por lo general, son recuerdos de su infancia. Junto a otros cortijos diseminados por el término municipal, estas barriadas se sitúan a caballo entre Gérgal y Olula.
Una de las panorámicas que regala Olula de Castro.

La Maravilla

Iglesia de la Virgen del Patrocinio, Olula de Castro.
Todas las miradas se dirigen al pequeño campanario de la iglesia dedicada a la Virgen del Patrocinio, patrona de Olula de Castro. Destaca desde cualquier rincón del pueblo y es el centro de atención en cada fotografía. Se mimetiza con las fachadas blancas del resto de viviendas que componen el centro urbano, generando una bella mezcolanza con los colores ocres de la sierra y los verdes intensos de las macetas y los árboles de la vega. Todo este revoltijo de tonalidades completan una panorámica perfecta desde todos los ángulos posibles.

El templo tiene unas dimensiones muy reducidas con una sola nave adosada al campanario. Nos recuerda bastante a otras parroquias como la de Castro de Filabres o Alcudia de Monteagud. Junto a la iglesia está la plaza del pueblo, con fuentes, bancos y farolas, donde los vecinos se paran a charlar. El Ayuntamiento tiene su sede en un edificio que no se distingue de una vivienda más si no fuese por su reloj que sobresale de entre las flores.
Plaza de Olula de Castro, menuda y coqueta.
Es una verdad de perogrullo que Olula de Castro está alejado de todas partes. En cambio, es un baluarte de los pueblos del interior de la provincia de Almería que merece la pena descubrir. Ya sea con la blanca nieve en invierno o con las multicolores flores en primavera. Olula siempre estará esperando adormitada la visita de cualquier persona que se deje querer y, a su vez, disfrute del encanto de lo tradicional, de tejados de pizarra, de sus calles estrechas, sus balcones rebosantes de geranios y del aire limpio y puro que se respira en los Filabres.
Descubre Olula de Castro y el resto de pueblos de interior.

14 de mayo de 2015

Pechina, una tierra con raíces milenarias

Puerta de Pechina, junto a la rambla de San Indalecio.
Del tiempo de los íberos se cree que es Pechina, con su sede en Urci, hace ya dos mil años. Posteriormente llegaron los romanos con su importante cultura latina, y varias civilizaciones fugaces. Hasta que llegaron los musulmanes y fundaron Bayyana, la madre de Pechina y, posiblemente, el origen de la ciudad de Almería.

Hasta el momento de la fundación de la ciudad de Almería, en el año 955, Pechina fue el lugar más poderoso de toda la provincia, económica y militarmente, durante casi doscientos años. En estos dos siglos, los musulmanes se instalaron a orillas del Andarax, con el núcleo de población en Bayyana, actual Pechina, controlando todo el valle del río y la costa de Almería.

Llano de la Salvadora, junto al Yacimiento de Bayyana.
Las seis últimas décadas anteriores a la fundación de Almería, Pechina gozó de una República Marítima, perteneciente al Califato de Córdoba, pero con un grado alto de autonomía, ya que tenían libertad de comercio e incluso podían elegir a sus gobernantes. Desde el puerto de Pechina se controlaba toda la parte occidental del Mar Mediterráneo y fue el antecesor en este privilegio de la Taifa de Almería, que llegó a ser más tarde el mayor puerto comercial de todo el Mare Nostrum. De estos siglos de esplendor se conservan vestigios en el Yacimiento Arqueológico de Bayyana, a las afueras de Pechina, concretamente en la barriada del Llano de la Salvadora.

Además de este yacimiento, Pechina cuenta con grandes atractivos turísticos como Los Baños de Sierra Alhamilla, frecuentado por ciclistas y senderistas todo el año o el Paraje El Chorrillo que ha sido escenario recientemente del rodaje de la película "Exodus". Un importante club de tenis también tiene cabida en su término municipal, donde llevan introduciendo y preparando en el mundo del tenis a muchísimos jóvenes de la comarca.
Lavadero público de Pechina, junto a la rambla de San Indalecio.
Parque Juan Mañas Morales, Pechina.
Del municipio de Pechina era uno de los tres jóvenes asesinados aquel domingo 10 de mayo de 1981 en la vieja carretera de Gérgal. Se llamaba Juan Mañas, y fue confundido por la Guardia Civil, junto a sus dos compañeros que venían de Santander, como miembros de un comando de ETA. Aquello tuvo eco en toda España y se conoce como el "Caso Almería".

La verdad de aquella trágica historia no fue otra que la de tres chicos inocentes que se dirigían a Pechina, para asistir a la comunión del hermano de Juan Mañas, encontrando la muerte injustamente, a manos de la benemérita, para cobrarse venganza por un atentado acaecido en Madrid unos días antes, en el cual murieron tres guardias civiles y se hirió de gravedad al general Palenzuela.

Hace pocos días se cumplieron treinta y cuatro años de aquel suceso, pero aún muchos lo recuerdan, sobretodo las familias, que nunca podrán entender aquella brutalidad. En homenaje a este hijo del pueblo, se le dedicó un monolito y una placa en el parque que lleva su nombre, en la avenida de Andalucía de Pechina.
Panorámica de Pechina, desde el cementerio municipal. Al fondo, la Sierra de Gádor y la barriada de El Chuche.

La Maravilla
Ayuntamiento de Pechina.

En una de las entradas al casco urbano de Pechina se sitúa, como monumento de bienvenida, la ermita de la Virgen del Carmen, donde cada 15 de julio, en vísperas del día de su devoción, se congregan multitud de pechinenses y visitantes en la explanada, junto a la ermita, para velar a la Virgen durante toda la noche.

Una vez que te adentras en sus calles todo es más ameno, con sus casas señoriales y sus balcones revestidos de flores. Llegamos a la plaza de la Constitución y edificio del Ayuntamiento no deja indiferente a nadie. Con sus aires señoriales se convierte en uno de los edificios más emblemáticos de Pechina. Atravesando la calle Real y, posteriormente, el paseo de la Iglesia, llegamos a la Parroquia de San Indalecio. En el interior de ésta, hubo obras artísticas de gran valor que fueron presas de las llamas durante la Guerra Civil.

Iglesia de San Indalecio, Pechina.
Por el casco urbano de Pechina no faltan, lo que en todo pueblo que se precie, un buen lavadero y un mercado. En el caso del primero, la pila es tan grande que parece una balsa repleta de agua, en su día tuvo que ser un punto de reunión importante para las mujeres de aquella época, dado su volumen. En el caso del segundo, es frecuentado por la mayoría de los vecinos, los cuales siguen apostando por el pequeño comercio, por calidad y el precio de los productos.

En la ermita de San Indalecio, junto a la rambla que lleva su nombre, se halla la imagen más antigua del patrón de Pechina. En su honor se celebran las fiestas populares y lo recuerdan, paseando su imagen por las calles, desde la iglesia hasta la ermita, subido en una barca, tal y como se cree que San Indaleció desembarcó en Pechina.

San Indalecio no sólo es patrón de Pechina, también se le considera el primer Obispo de Almería y uno de los siete varones apostólicos, encargados de evangelizar Hispania por el Apostol Santiago.
Ermita de la Virgen del Carmen, situada en una de las entradas principales al núcleo urbano de Pechina.

12 de mayo de 2015

Huércal de Almería, un conjunto de barrios residenciales

Monumento situado en el barrio de Los Pinos.
Huércal de Almería es un pueblo en constante renovación que crece a un ritmo acelerado. Gracias, en buena parte, al ser el municipio más cercano a la capital de la provincia. Su término municipal se extiende desde el río Andarax hasta la sierra de Gádor y desde la Torre Cárdenas hasta el Canal de San Indalecio, son estos los cuatro puntos cardinales tan carismáticos los que dan la bienvenida a Huércal de Almería.

A lo largo y ancho de su término municipal se esparce un conjunto de barrios residenciales que no solo ejercen de ciudad dormitorio para la capital sino que han adquirido una personalidad propia, donde la vida es de la mejor calidad posible, con una gama completa de servicios públicos, como instituto, colegios, Guardia Civil, centros de salud, Correos, etc.
Parque de Santa Matilde, a orillas de la carretera nacional 340.
Nuevo Edificio Cultural de Huércal de Almería.
Huércal de Almería tiene un gran peso dentro de la provincia, situándose en el octavo puesto del escalafón de municipios con más habitantes. Con una gran cantidad de personas, no es de extrañar el elevado número de empresas que aquí tienen su sede. Casi todas ellas aglomeradas en los polígonos industriales. Algunos de los más importantes son el de "San Rafael", "Venta Alegre", "Alfa" o "San Silvestre", entre otros. En estos núcleos industriales y, sobretodo, a orillas de la carretera nacional 340, tienen sus concesionarios los primeros fabricantes mundiales en el sector de la automoción.

Los huercaleños y los visitantes también disfrutan de centros comerciales como el de "La Cepa", y disfrutarán proximamente de uno más, el de "Los Naranjos", junto a la ITV. Esto es algo que los jóvenes del pueblo aprueban con optimismo y esperanza por encontrar el deseado puesto de trabajo. Huércal de Almería da cabida a grandes restaurantes como "Casa Rafael", cuyo dueño ha sido el encargado de dar el pregón en las recientes fiestas populares en honor a San José Obrero. Pero aún perduran otros negocios más pequeños, pero igual de grandes en solera. Se trata de los antiguos bares y ventas con más de un siglo de historia como "La Peinada" o "Santa Ana", entre otros, tan antiguos como la carretera que transcurre a sus pies.
Entrada a uno de los barrios residenciales más conocidos de Huércal de Almería.
Son decenas los barrios que crecen al margen del pequeño casco histórico de Huércal de Almería, el cual quedó obsoleto hace tiempo por su reducido espacio, pero es digno de visitar, por sus edificios emblemáticos a lo largo de la calle Real. Casi todos estos barrios bisoños se han creado al abrigo de otros barrios vetustos, claro ejemplo son los casos de Villa Inés con La Fuensanta, o Los Pinos con La Peinada.

Parque Santa Matilde.
El paseo del Generalife de Huércal es una de las grandes avenidas que se han construido recientemente. Comienza en la carretera nacional y finaliza junto a las vías de ferrocarril, a la altura de la estación. En el Bulevar, que así es conocido comunmente, se encuentra el nuevo Centro Cultural que sirve de espacio multiusos. Justo enfrente está el conocido como "Parque de las Pirámides". A ambos los separa la calle de la Mina, la cual nos introduce al Llano y Las Zorreras. Este último pertenece al grupo de los vetustos barrios. Posee una ermita y uno de los colegios más importantes del municipio, llamado en su día "Grupo Escolar" y actualmente "Buenavista".

A un lado y a otro de la carretera del campamento encontramos a Villa Inés y La Fuensanta. En el primero, además de grandes bloques de viviendas y un gran número de negocios, encontramos una sorpresa agradable, pese a estar bien guardada, con una gran arboleda y un estanque donde muchos jóvenes y mayores pasan los largos días de verano. Huércal es  también un pueblo de muchos parques como el de "Santa Matilde", o el de "Rogelio Hidalgo", junto al Centro de Mayores.
Parque de las Pirámides, frente al Centro Cultural de Huércal de Almería.
Estanque de los Patos en el área recreativa de Los Pinos.
Más que un parque es un pequeño retiro, nos referimos al Área Recreativa de Los Pinos. Como el propio nombre indica es un lugar con un abundante número de coníferas que crecen a un ritmo lento pero incesante. En sus alrededores está el estanque de los patos, la asociación de vecinos y la cascada. La piscina pública también se encuentra en este recinto que se convirtió hace ya tiempo en uno de los lugares preferidos de los huercaleños, con pistas de fútbol y pádel.

Urbanizaciones como la de "El Palomar" o "La Lustra" son grandes remansos de tranquilidad que se originaron ocupando las mejores zonas de bancales para el cultivo que tenían los cortijos señoriales del vetusto barrio de "Los Peñoncillos". Muy cerca del Instituto Carmen de Burgos y del Colegio 28 de Febrero se encuentra el Barrio Visiedo, que dió cobijo a la "Casa Alta", un lugar de enseñanza para los más viejos de hoy, cuando fueron niños.
Asociación de Vecinos "La Palustra". El Palomar y La Lustra.

La Maravilla

Barrio de "El Cercado", nuevo centro urbano del municipio.
El barrio de El Cercado se convirtió en el nuevo centro urbano de Huércal de Almería, albergando en sus calles el nuevo consistorio municipal. El Ayuntamiento tiene su sede en la vieja "Casa de las Mascaranas" que fue reformada de manera espléndida, presentando una imagen de poderío, siendo una de las casas consistoriales de más belleza de toda la provincia de Almería. Junto a él se encuentran el pabellón municipal y el campo de fútbol, donde se forman en diversos deportes a lo más jóvenes del pueblo. Son muchos los parques infantiles y plazas que se encuentran en el nuevo corazón del municipio, donde hace poco más de una década sólo eran bancales y terrenos infructuosos.

En este pueblo todo crece rápido y a un ritmo vertiginoso. Pero no todo está permitido y es necesaria una protección inminente del escaso patrimonio histórico de Huércal de Almería. Evidentes son los ejemplos de la fuente de Huércal, practicamente seca después de cinco siglos regando la vega de manera incesante. O, si nos referimos a patrimonio arquitectónico, es importante la defensa de parajes como el de La Peinada, con grandes obras centenarias de ingeniería hidráulica, como un acueducto, un pozo y tramos de acequias, que luchan por sobrevivir y esperan no tener el mismo desenlace que tuvo la chimenea de los hornos de fundición de la antigua fábrica de mineral, situada muy cerca de aquí.
La "Casa de las Mascaranas", sede del nuevo Ayuntamiento de Huércal de Almería.