23 de abril de 2015

Cóbdar, abrigado por su gran roca de mármol

Una de las calles que van a la iglesia de Cóbdar.
El pueblo de Cóbdar se presenta a los ojos del visitante como un bosquejo, con la forma de un paquebote varado en la orilla de un río, bajo una gran roca. Esta roca repleta de mármol en sus entrañas es el emblema del municipio y , sus canteras, un icono de la industria del mármol en el Valle del Almanzora. Se conoce como "La Piedra" y es una mole colosal que forma parte de la Sierra de los Filabres, en sus estribaciones más orientales.

Los pueblos más cercanos a Cóbdar son los mismos con los que comparte una cultura y una historia muy similar. Esta zona fue poblada ya en la prehistoria, etapa de la que se conservan numerosos grabados en piedra, esparcidos por la sierra. También los musulmanes dejaron aquí su huella como en los pueblos aledaños, de esta civilización han perdurado en el tiempo los restos de una antigua alcazaba.

También ha padecido junto a sus vecinos los tiempos más difíciles, durante las guerras, las hambrunas, las emigraciones, el desempleo o las deficiencias en servicios públicos como la ausencia de buenas vías terrestres de comunicación o falta de luz y telefonía. Cóbdar ha ido superando, uno a uno, todos estos problemas e impedimentos que le han surgido desde su existencia. Ahora, buenos tramos de carreteras enlazan a Cóbdar con Albanchez, Líjar o Chercos. Además, la escasez de servicios de los que disponía fueron solucionados a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Hoy es un pueblo moderno que guarda su esencia más tradicional, con sus tiendas, bares y negocios que completan una gama de prestaciones reconfortantes para los que llegan nuevos y para los de toda la vida.

Agradable plaza del centro urbano, muy espaciosa y con buenas vistas.
Una de las calles empedradas y empinadas de Cóbdar.
Al entrar al casco urbano de Cóbdar, atravesando el puente que se eleva sobre el río, lo más visible es una zona de ocio moderna donde hay parques, bares y terrazas. La primera calle que tomamos para sumergirnos en el interior del pueblo es estrecha, tanto que apenas cabe un coche, los que llegan nuevos maniobran para no chocar pero los residentes no dudan en pasar rápido ya que conocen las anchuras de sus calles. Esta primera calle tan estrecha sirve de aviso de lo que les espera a los que llegan al  pueblo. Si se trata de hacer una visita correcta lo mejor es bajarse del coche y recorrer uno por uno, cada rincón del pueblo.

En las diversas plazas se concentran muchos, por no decir todos los vecinos y vecinas, a conversar y a socializar después de una jornada de trabajo,o acompañan a sus hijos a jugar a la pelota. En uno de los bares típicos del pueblo, regentado por Manuela, nos sorprenden los artilugios, tan antiguos como el negocio. Aquí nos aconsejan los mejores sitios para visitar en el municipio, que no son pocos. Nos hablan de unas cuevas recónditas en lo más alto de "La Piedra", o de hornos de fundición de minerales en las orillas del río de Los Molinos. Lugares escondidos que guardan los mejores secretos de Cóbdar.


Plaza de la Cruz, Cóbdar

Seguimos nuestro camino, adentrándonos en el casco urbano y se van quedando atrás los sonidos que producen los pelotazos y los chillidos de los niños. Conforme se asciende, por una de sus muchas calles verticales, se entra en una nueva dimensión donde el único sonido es el silencio. Todas estas calles empinadas parecen animarte a seguir montaña arriba. Se ven curiosos nombres en las calles, Moriscos, Cid, Valiente, calles empedradas y casas con forja en sus balcones, fachadas blancas y tejados ocres, ejemplos de una arquitectura serrana tradicional.

Para encontrar la iglesia de Santa María, el edificio más antiguo que aún se conserva (S.XVII), sólo es necesario alzar la cabeza y elevar la mirada ya que su campanario sobresale entre las casas. Enfrente encontramos fuentes singulares de las cuales brota un agua muy sana.

Panorámica de Cóbdar desde la carretera que lleva a Albanchez.

La Maravilla


Monumento de bienvenida al centro urbano de Cóbdar.
La entrada al centro urbano es un regalo después de un duro viaje por los abruptos Filabres. Nuestra opción elegida, de las varias posibles, fue llegar desde Albanchez, pueblo del cual sólo distan séis kilómetros por una carretera empinada y zigzagueante. Al llegar al majestuoso monumento de bienvenida, coronado por un ave rapaz, nos sentimos aliviados por llegar a un lugar tan conocido y fotografiado. El megalito se sitúa junto al río de los Molinos, que ofrece una excelsa estampa al diluirse entre la arboleda de su ribera.

Al otro lado del río están las blancas casas de Cóbdar mimetizadas bajo la Piedra blanca, luminosa y rebosante del mejor mármol del mundo, el cual lo encontramos en cada casa de Almería y nos hace sentir en nuestro pequeño palacio árabe por su textura y belleza. Si pasáis por aquí, no solo os paréis a mirar, entrad a conocer este jardín donde las flores perennes son las personas que lo habitan y le dan vida todo el año. Gente agradable y sencilla que te animan a descubrir su pueblo e incitan a que vuelvas.

Las casas de Cóbdar colgando en la ribera del río de los Molinos.

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