4 de junio de 2015

Los Gallardos, un lugar idóneo para vivir

Ayuntamiento de Los Gallardos.
Muy cerca de las playas del Levante almeriense, entre las sierras de Bédar y Cabrera, se posa sobre una planicie el casco urbano del municipio de Los Gallardos, un pueblo de interior cargado de historia y tradiciones.

Los Gallardos no solo es una salida de la autovía que nos conduce a Mojácar, es un conjunto de personas y un crisol de culturas que conviven de manera civilizada. Su mayor patrimonio son las personas que se levantan cada mañana para abrir las tiendas, servir los desayunos o labrar los campos. Los Gallardos es un gran pueblo con grandes aspiraciones, por su término municipal discurre un tramo de la autovía que comunica Almería y Murcia. Y pronto discurrirá también las líneas de alta velocidad del AVE, que se está construyendo a un ritmo algo lento. Nada tiene que ver este pueblo con el de los años cincuenta, en el que apenas habían pasado tres décadas de su independencia de Bédar en 1924. Por entonces sus mayores preocupaciones eran la llegada del teléfono público, la pavimentación de las calles o la canalización del agua corriente.

Escudo de Los Gallardos.
Durante más de un siglo Los Gallardos ha vivido gracias a la extracción de minerales de las entrañas de sus sierras cercanas. La minería dejó de ser rentable hace décadas y las minas echaron el cierre. De los trabajos de toda la vida perduran la agricultura y el pastoreo. No es difícil encontrarse con rebaños de cabras y ovejas, incluso caballos. De la agricultura predominan las pequeñas parcelas a orillas de la rambla que bordea el pueblo, y de forma más intensiva a las afueras, cerca de las pedanías de Huerta Nueva y Alfaix. El mayor exponente económico del municipio se basa en el pequeño comercio y un pujante turismo europeo. Aquí ya están acostumbrados a que los visitantes de fuera se queden a vivir para siempre. Además de ingleses, nacionalidad extranjera mayoritaria, en el municipio también conviven los vecinos de toda la vida con familias de distintos países como ecuatorianos o europeos del este, cada uno con sus costumbres y sus formas de entender la vida.


Ganado pastando entre Los Gallardos y Huerta Nueva.
Iglesia de San José.
 El invierno es la mejor época para hacer una visita expresa a Los Gallardos. A finales de diciembre, multitud de actos y eventos inundan las calles de vecinos y visitantes, todas ellas engalanadas con motivos navideños. Conciertos de villancicos, mercadillos medievales, juegos y actividades para los más pequeños, y mucho más.

Ya en enero, los Reyes Magos llegan de Oriente para pasearse en cabalgata, llenando a los niños de felicidad. El día 6 de enero se realiza el Auto Sacramental con una representación viviente, llevada a cabo por los vecinos del pueblo. El día se aprovecha realizando comidas populares acompañadas de bailes en la carpa municipal.

En febrero llegan los carnavales donde todos se disfrazan, desde los más grandes a los más pequeños, individualmente o en grupos. Los trajes, casi siempre de elaboración casera se exhiben por las calles en jornadas cargadas de diversión.
Plaza de Andalucía.

Estanque de patos en Huerta Nueva.
Estas visitas pueden emplearse también para conocer su patrimonio arquitectónico, claro ejemplo es la iglesia de San José, de principios del siglo pasado. O también el edificio del ayuntamiento, que consta de dos plantas, y está flanqueado por dos grandes palmeras que se elevan desde la plaza. Se trata de un pueblo joven y eso queda plasmado en la fisionomía de las calles, con marcado carácter de asentamiento minero. Avenidas largas como la calle Mayor y anchas plazas como la de Andalucía.

Si se prefiere o le sabe a poco, uno puede acercarse a sus pedanías de Huerta Nueva o Alfaix, que antes mencionábamos, la primera es moderna y residencial, la segunda posee un gran legado histórico, donde pueden visitarse los restos de los antiguos baños que, en su época de esplendor, curaban a los enfermos de reuma con sus aguas curativas que brotaban en los manantiales cercanos. Alfaix posee una ermita pequeña donde se celebran las tradicionales fiestas de San Miguel. Huerta Nueva esconde un lugar encantador como el estanque de los patos, donde estas aves salen del agua para recibir a los visitantes y siempre deleitan con algunos de sus malabares.
Panorámica de Los Gallardos desde la cimbra.

La Maravilla

Entorno de la cimbra de Los Gallardos.
La rambla que abraza la silueta del casco urbano de Los Gallardos es un entorno de naturaleza en estado puro y está cargada de historia, la historia del agua. Cuenta con espacios donde el agua era el máximo protagonista y su utilización era vital en aquel pueblo rural del siglo pasado. La cimbra es uno de esos ejemplos, aunque está restaurada, su mantenimiento está lejos de reflejar todo su esplendor.

Desde la cimbra, que era el lugar donde se extraía el agua subterránea, circulaba el agua por la "acequia de las burras", donde las bestias se hidrataban, hasta llegar a los lavaderos, que como todo el mundo sabe, era el sitio tradicional donde las mujeres del pueblo iban a lavar la ropa.
Lavaderos de Los Gallardos, junto a la rambla y la cimbra.

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