11 de junio de 2015

Castro de Filabres, en la solana de la sierra que le presta su nombre

Entrada al casco urbano de Castro de Filabres.
Es en las laderas donde yace asentado Castro de Filabres uno de los lugares donde el sol tiene más presencia en Almería. Pero gracias a su altitud que oscila los mil metros sobre el nivel del mar, cualquier sombra es buena para cobijarse, ya que te acaricia una brisa de aire fresco y puro que baja de los picos más altos de la sierra. En periodo estival las temperaturas son altas, pero en invierno es frecuente verlo cubierto de un manto de nieve, convirtiendo esta estación del año en una de las favoritas para los visitantes y turistas. La primavera, que mezcla un poco de agua y mucho sol, deja los balcones de las casas repletos de geranios en flor.

Sus vecinos más próximos son Olula de Castro o Velefique. Pero desde sus cerros cualquier sitio es cercano, como la inmensidad de los campos de Tabernas, o incluso el mar, que se contempla a simple vista junto a la capital.
Un banco hecho con troncos de madera sirve de inmejorable excusa para descansar sobre los tejados de las casas.
Los jilgueros vuelan por los cielos de Castro de Filabres, como no lo hacen por ningún otro lugar de la provincia. Es una delicia para los sentidos poder verlos y escucharlos, más aún si se encuentran en libertad. Junto a ellos, gorriones, chamarices, luganos o verderones se desenvuelven en su hábitat.
Iglesia de Castro de Filabres.

Esta naturaleza desbordante llegó a ser mucho mayor en la sierra de los Filabres. Pero la mano del hombre dejó huella y ya sólo es un reflejo de lo que fue, con algunas encinas dispersas, sin grandes bosques pero plagado de matorrales endémicos, esta es la vegetación que se impuso tras la tala masiva de árboles.

La madera era utilizada mayoritariamente para los hornos de calcinación de mineral durante la segunda mitad del siglo XX. Otro factor determinante para la despoblación del terreno fue el cultivo intensivo mediante terrazas que se extienden por todas las montañas aledañas al casco urbano. Esta desertificación provocada se une a la natural que ya padecía esta tierra, y los montes pelados son hoy una de las estampas más conocidas de Almería.

La vega de Castro de Filabres ha quedado reducida a pequeñas huertas de árboles de secano como almendros u olivos. Pero los oficios relacionados con el campo tienen solera en este pueblo desde tiempos pretéritos. Por cierto, en el año 1973, la Hermandad de Agricultores y Ganaderos recibieron el premio San Isidro Labrador de manos de Franco, con una suma de dinero que ascendía a las cincuenta mil pesetas. Esta efeméride le dio al pueblo una merecida fama en aquella época.
Panorámica de Castro de Filabres desde el mirador de la ermita.

La Maravilla

Escalinata que lleva al mirador de la ermita.
Castro de Filabres es un municipio serrano muy reducido en sus hechuras pero con grandes lugares de interés, interesantes monumentos y unas vistas sorprendentes desde su miradores.

Aunque las paredes de pizarra y las calles de piedra le dan aspecto vetusto hay que decir que es un pueblo moderno que se adapta al turismo rural y posee espacios de entretenimiento para los lugareños. Una piscina, pista de pádel y otra de fútbol sala, son algunos de los equipamientos municipales.

Su pasado y su historia son sus grandes atractivos turísticos, los restos de un castillo árabe junto al casco urbano es una herencia que dejaron los primeros pobladores de esta tierra, de origen bereber. En el siglo VIII, una tribu perseguida desde Córdoba se refugió en Castro, y aquí montaron su campamento. En latín "Castro" significa "campamento", de ahí el nombre de este municipio.
Merenderos junto a la ermita y el mirador, en la parte alta del pueblo.
Ermita de Castro de Filabres.
Las eras para el trillado también son dignas de visitar ya que su tarea primaria ha quedado al margen, pero su recuerdo es imborrable para la gente del campo. Hay una en la parte alta, cerca del castillo, y otra en la parte más profunda de un barranco bajo el pueblo.

La ermita y el mirador junto a ella, es para nosotros, el mejor lugar de Castro de Filabres. Buenas vistas, buena sombra, bancos de madera, merenderos, a este lugar no le falta de nada.

Castro de Filabres es mucho más. Una iglesia del siglo XVI se erige en mitad de su casco urbano,  dedicada a la Virgen del Rosario. Junto a un moderno ayuntamiento, se ubica un moderno Centro de Interpretación de la Arquitectura Tradicional, aquí podremos conocer mediante maquetas o paneles informativos como es la manera de construir en esta parte de la sierra desde sus métodos más ancestrales. Que no os lo cuenten, ¡venid a conocerlo!
Restos del castillo de Castro de Filabres.

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