30 de marzo de 2015

Instinción, al son de acordes musicales

Iglesia de San Juan Bautista, Instinción.
Instinción no es un sitio cualquiera, es el pueblo de la música y la tranquilidad, enclavado en una de las zonas más encantadoras de la provincia de Almería, a mitad de camino entre la alta y la baja Alpujarra. Sus calles estrechas e intrincadas no dejan de ascender y serpentear. El trayecto siempre lo acompaña el sonido de fondo de los instrumentos de la banda municipal. Aquí la música tiene gran arraigo y tradición. La inspiración, suponemos que será extraída del sonido incesante del curso del río Andarax, o el trinar de los pájaros que anidan la vega plagada de cítricos, o el silbido del viento que llega entre las sierras Nevada y de Gádor.

La Banda de Música "Los Iris", formada por unos cien integrantes, es uno de los orgullos de Instinción. Anualmente llegan a actuar hasta en cien eventos de todo tipo, con carácter festivo o religioso. La cita más recordada tuvo lugar en Agosto de 2007, cuando cincuenta músicos de esta banda se desplazaron hacia París para recorrer Disneyland a modo de pasacalles. Este acto atrajo las miradas de miles de personas que abarrotaban uno de los parques temáticos más visitados de Europa.

Tinao alpujarreño en Instinción.
El canto de sirena que ejercen las melodías de Instinción te atraen y te dirigen al centro del pueblo, donde aparte de estar la sede de la banda, se encuentra la iglesia mudéjar del siglo XVI dedicada a San Juan Bautista. La puerta original fue cegada en el siglo XIX y se abrió otra orientada más hacia el este. Su esbelta torre le da un aspecto ineludible de fortaleza, en lo más alto un reloj marca las horas del pueblo. Ni los moriscos en la rebelión de 1568 fueron capaces de quemar esta iglesia, como si hicieron con los templos cristianos de buena parte de la provincia de Almería.

Frente a la Iglesia se encuentra el Ayuntamiento, este tiene su sede en un edificio de dos plantas sobre un pórtico y representa la arquitectura burguesa que se dió lugar con el auge de la minería y el esplendor de la uva. Por todo el pueblo encontraremos diseminados edificios señoriales de corte historicista. Entre casas señoriales y calles de origen andalusí encontramos muestras evidentes de arquitectura propia alpujarreña como es el caso de un tinao, en una calle estrecha, alargada y empinada que traspasa un edificio por debajo.
Instinción de noche. El reloj de la torre de la Iglesia al mismo nivel que la luz de luna.
El bosque de árboles cítricos, en su mayoría naranjos, es la sucesión natural del cultivo de la uva de mesa, en la constante lucha de la gente del campo por aprovechar la tierra para la agricultura desde tiempos ancestrales. Los parrales que inundaban los márgenes del Andarax a su paso por Instinción fueron arrancados por falta de beneficios, como en casi todos los pueblos de la zona. Durante décadas la uva de Almería dió vida a estos pueblos y trabajo a sus habitantes. Hoy es la naranja la que ofrece puestos de trabajo a los empleados de Instinción, agricultores en su mayoría.

 Divina Infantita en el interior de la iglesia de Instinción.
En 2014 llegó desde México la imagen original de la Divina Infantita. A su llegada al pueblo de Instinción se la llevó en procesión desde el antiguo colegio Divina Infantita hasta la Iglesia de San Juan Bautista, donde se le dedicó una homilía. En todo momento estuvo escoltada por la Banda de Música y cientos de visitantes venidos desde todos los puntos de la provincia para no perderse un evento único. Para finalizar la jornada hubo una degustación en el colegio, junto a la imagen y a las Madres de la congregación.

Durante este día importante para el pueblo se recordó la figura del presbítero almeriense Federico Salvador Ramón, fundador de la congregación de las Esclavas de la Inmaculada Niña.
Panorámica de Instinción desde el camino hacia la ermita del Cerro de la Cruz.

La Maravilla

Sendero hacia la ermita del Cerro de la Cruz.
Desde las casas más viejas del Barrio Alto, comienza un camino de piedra y barandillas de troncos de madera. El pueblo aquí sigue ascendiendo y sigue haciéndose más bonito acompañados de aromas naturales que desprenden las plantas endémicas de estos cerros como el tomillo o el romero. Cada paso hacia arriba lleva su correspondiente mirada hacia abajo y para la vista son como una sucesión de diapositivas que nos otorgan una panorámica distinta cada vez. Entre pinos jóvenes observamos el contraste desolador de las tierras áridas casi desérticas chocando con el verdor de la vega del Andarax.

El sendero culmina en el Cerro de la Cruz, donde se erige una pequeña ermita. Los emplazamientos de los lugares santos suelen estar historicamente en lugares privilegiados, como es el caso. El templo con planta cuadrada está pintado de blanco con una cúpula por techo de color rojo. En el interior, se detiene en el tiempo una cruz floral que mira hacia el pueblo.
Ermita del Cerro del Cruz, orientada hacia las casas del municipio de Instinción.

28 de marzo de 2015

Terque, el rincón más elegante de La Alpujarra

Casa de los Porras, Terque.
En la ladera del cerro de la Santa Cruz y escoltado por el cerro de Marchena, se encuentra Terque, el pueblo de los museos y las casas elegantes. La mayoría de estos edificios son del siglo XIX, pertenecientes a una pujante burguesía. Estas familias adineradas eran dueñas de muchas minas de la Sierra de Gádor y, posteriormente, dieron cobijo a grandes terratenientes de la zona dedicados al cultivo de la uva de mesa. Estas construcciones decimonónicas han sobrevivido al nuevo milenio de manera esplendorosa y aún conservan el nombre de los antiguos dueños. "La casa de Los Porras" o "La casa de los Caballitos" son algunas de las más famosas.

A los museos de Terque le dedicaremos una entrada a este blog proximamente ya que este pueblo no puede verse de una atacada en un solo día. En esta entrada nos centramos en sus calles, su historia y su patrimonio en general. Son muchos los rincones de gran belleza que posee este municipio de La Alpujarra almeriense. Quizá Terque sea el más distinto al resto de los pueblos de la comarca, acostumbrados a ver las famosas casas encaladas, techos de piedra, portillos y chimeneas de arquitectura alpujarreña. En cambio, la fisionomia de las calles de Terque se engalanan de casas señoriales de dos plantas y con mucho colorido. Este cromatismo también se refleja en los techos de las viviendas pintados con gran variedad de colores como azul, verde o rojo.
Primera imagen que nos regala Terque, con el Lavadero en primera plana, seguido del campanario de la Iglesia y la ermita.
Fuente - Lavadero, recientemente remodelado.
Una vez que dejamos el coche en la entrada del pueblo, para disfrutar a pie todo lo que nos ofrece y nos aporta Terque, se colocan al alcance de nuestra mirada, los tres símbolos de Terque, bajo nuestro punto de vista. Se trata de la Fuente-Lavadero, la Iglesia de Santiago Apostol y la ermita de la Santa Cruz. Se muestran escalonadamente uno sobre otro quedando en la parte más alta la ermita y en la más baja la fuente.

La fuente de Terque lleva saciando la sed del viajero que por aquí pasa desde 1838. Anexo a la fuente se encuentra el lavadero público, construido en 1859. Ambos fueron remodelados en 2009 y el resultado fue magnífico. El agua sigue brotando de los nueve caños de la fuente y cruza incesante el lavadero ciento cincuenta años después. Otrora las mujeres del pueblo dejaron sus huellas en estas pilas, hoy solo son objeto de fotografías y nostalgia. No sabemos como sabía el agua en el siglo XIX, pero a día de hoy el agua de esta fuente es de las mejores del valle del Andarax.
Iglesia mudéjar del siglo XVI, dedicada a Santiago Apostol.
Uno de los rincones de Terque, cerca de la iglesia.
La iglesia mudéjar de Santiago Apostol se mimetiza y coquetea con las casas elegantes del pueblo. Su campanario es esbelto, con aspecto de fortaleza. Se construyó en siglo XVI sobre las ruinas de la anterior iglesia, quemada por los moriscos. Es la edificación más antigua del casco histórico y ha convivido durante centurias con los vecinos de Terque. A su alrededor la acompañan naranjos de la vega y dos cántaros muy antiguos. En el interior del templo se guarda la imagen de la Virgen del Rosario, patrona del pueblo.

El tono verde crema de la "Casa de los Caballitos" nada nos hace pensar que en su cornisa guardaba una grata sorpresa. Se trata de una serie de siluetas de grifos, animales mitológicos con cabeza y alas de águila y cuerpo y garras de león. Su silueta se confunde con la de un caballo, es por ello el nombre por la que se conoce a esta casa. La "Casa de los Porras" guarda muchos misterios detrás de una gran puerta de madera. En la casa de la familia Márquez dicen que pernoctó el mismísimo Juan de Austria cuando vino a sofocar la revuelta de los moriscos. Son tantas y tan bonitas, la de los "Paniagua", la de "Santiesteban"...
El campanario entre pinos destaca en esta panorámica de Terque, desde lo más alto del cerro de la Santa Cruz.

La Maravilla
Una de las muchas casas-cueva de Terque.

Subiendo desde el casco histórico hacia la parte más alta del cerro de la Santa Cruz vamos dejando atrás el viejo olmo de la plaza y las casas señoriales. El panorama cambia y las viviendas ya no son de dos plantas si no que están dentro de la tierra. Son muchas las casas-cueva que minan el suelo de la ermita. Pertenecen en su mayoría a un complejo residencial de reciente construcción, aprovechando las cuevas ya existentes. Sus características son únicas en toda la provincia de Almería. A mitad de camino entre la alta montaña y la playa.

A través de un camino rodeado de pinos llegamos a la explanada en pendiente de la ermita. Desde aquí las vistas son inimaginables e inigualables. Todo queda al alcance del sentido de la vista y se llega a percibir el agua del río Andarax, paseándose por las orillas de Terque.
Ermita de la Santa Cruz, coronando el cerro del mismo nombre. Terque.

26 de marzo de 2015

Íllar, entre terrazas y bancales que miran al Andarax

Escalinata de la calle Cervantes.
Las casas de la Villa de Íllar se colocan escalonadamente mirando hacia el río Andarax como si fuesen gradas de un teatro romano llenas de personas orgullosas de ver un espectáculo. Este espectáculo no es otro si no el curso ancestral del río que mantiene por aquí un caudal aceptable buena parte del año.

Los márgenes del río Andarax a su paso por el municipio de Íllar son fértiles y se aprovechan mediante terrazas y bancales para el cultivo desde tiempos pretéritos y remotos. Tras la desaparición de la uva de Almería y la correspondiente extracción de viñedos y parrales, una selva de árboles cítricos pintan de verde este valle encantado del tramo medio del Andarax. Además, Íllar culmina una carretera de ensueño que cruza las vegas de Terque y Bentarique, frecuentada por ciclistas aficionados y profesionales que vienen a disfrutar de la montaña encontrando en el último tramo de esta carretera una subida prominente. A la salida del pueblo, esta carretera enlaza de nuevo con la principal vía que lleva a la alta Alpujarra.

Fuente principal de la Villa de Íllar, fechada en el año de 1879.
Lavadero de Íllar, junto a la fuente.
Íllar, al igual que sus pueblos vecinos, mira hacia el futuro con esperanza. Lejos quedaron aquellos tiempos donde los servicios básicos para la vida brillaban por su ausencia en los pequeños pueblos rurales. Hoy, ofrece tranquilidad y prácticas deportivas al aire libre a solo un paso de la capital. La mayoría de los cuatrocientos habitantes que componen el municipio se dedican a la economía agraria, tal y como viene haciendo el ser humano desde hace milenios. Las tierras áridas cercanas al centro urbano de Íllar iniciaron a repoblarse en el siglo XX y aún hoy siguen ganando hectáreas a terrenos baldíos para el aprovechamiento de los cultivos.


Una vez llegados al centro urbano, nos damos cuenta que no es un pueblo cualquiera, sino que tiene mucha personalidad. La calle principal flanqueada por edificios, algunos de ellos muy antiguos, nos lleva en pendiente desde la iglesia hasta la fuente. Esta calle es la más ancha del casco urbano y se engalana para las fiestas populares donde las personas desbordan los bares y chiringuitos.
Las calles de Íllar, desde la fuente. Al fondo la prominente silueta de la sierra de Gádor.
Iglesia de Santa Ana desde los arcos del Ayto.
La parte alta de esta calle, dedicada al presbítero González Garrido, comienza en la parroquia de Santa Ana y acaba en la glorieta que lleva también el nombre de la patrona. Del templo cristiano destacamos su antigüedad, datada a principios del siglo XVI. Fue quemada por los moriscos a finales de ese mismo siglo, quizá por ello su campanario presenta un aspecto de fortaleza, para protegerse de posible ataques. A continuación, encontramos de inmediato el ayuntamiento de la villa. La sede soberana de Íllar se halla en un edificio señorial de elegancia sublime.

Llegamos ya al final de la calle del presbítero cuando nos topamos con la glorieta de Santa Ana. Una obra contemporánea nos llama la atención y observamos que fue construida en 2005 y fue donada por el ayuntamiento de Roquetas de Mar. Se trata de una fuente de gran voluptuosidad que le da un toque moderno al lugar. Bajo esta fuente decorativa encontramos la verdadera fuente, una obra de ingeniería hidráulica decimonónica. Junto a la fuente centenaria le hacen compañía árboles colosales que cubren de hojas la balsa y el lavadero.
Panoramica de Íllar desde el Mirador del Valle, con Sierra Alhamilla al fondo flanqueando la estampa.
La Maravilla

Ermita de la Virgen de la Naranja en el mirador de la Romería.
A la parte alta del pueblo se accede mediante cuestas empinadas para salvar la pendiente, tambien mediante escalones como es el caso de la escalinata de la calle Cervantes, de gran belleza. Desde aquí los edificios emblemáticos del municipio van tomando otra forma que no vemos a pie de calle. Una vez que llegamos al Mirador del Valle observamos jugando con las nubes al cerro de la Cruz, perteneciente al municipio de Huécija. También el illarense cerro del Coto queda más cerca desde aquí. El horizonte lo corta la Sierra de Alhamilla mientras que un conjunto de pueblos blancos se esparcen por nuestra panorámica visual, Bentarique, Terque o Alhabia son algunos de ellos.
Entorno del Mirador del Valle Medio del Andarax, en la Villa de Íllar.
El entorno del Mirador del Valle está repleto de vegetación, caminos de piedra pizarra y bancos donde poder descansar, por si alguno se ha esforzado más de la cuenta tras la subida. Entre árboles encontramos un curioso hito conmemorativo del cuarto centenario del patronazgo de Santa Ana. Junto a él se encuentran tres olivos plantados para la ocasión.

Si estas vistas no son lo suficientemente cautivadoras, existe la posibilidad de seguir ascendiendo hasta llegar al mirado de la Romería, donde se encuentra la ermita de la Virgen de la Naranja, cruzando previamente la carretera principal que une a los pueblos de La Alpujarra. Esta pequeña ermita, tímida y anacoreta fue rehabilitada en el año 2010 con la colaboración de los vecinos. Rodeando al pequeño templo encontramos una zona de merendera con mesas y bancos de madera. Un lugar ideal donde pasar un día de convivencia a la sombra de árboles plantados por niños del pueblo.
Balsa de Íllar. Al fondo, el Parque Natural de Sierra Nevada dando paso al Desierto de Almería.

24 de marzo de 2015

Bentarique, reflejo de 'La Posnilla'

Árbol adornado en el Paseo de la Iglesia.
Bentarique se asoma entre naranjos de la fértil vega del Andarax, a medio camino entre los municipios de Íllar y Terque, sus vecinos más cercanos. Su silueta pequeña y sinuosa se refleja en cada gota de agua y se queda enamorada de su propia imagen como le pasó al hermoso Narciso de la mitología clásica. Bentarique tiene mucho donde reflejarse, en las aguas termales de La Posnilla o en las aguas cristalinas del río Andarax, este último siempre y cuando el caudal lo permite. Si a alguien le suena raro "La Posnilla" es porque no es de esta zona de la provincia ya que aquí se reunían personas de todos los pueblos colindantes a disfrutar de un buen remojón. Las aguas subálveas de este manantial tienen su origen en la Sierra de Gádor y su enorme potencial nunca pudo ser aprovechado para uso turístico aunque estuvo en el objetivo de la industria del turismo durante varias décadas.  Por falta de acuerdo entre propietarios, regantes y administraciones públicas no llevaron a cabo una promoción merecida del lugar.

El pueblo de los descendientes de Tariq, considerado así etimologicamente, alcanzó sus mayores años de esplendor durante los siglos de dominación musulmana, de ahí su nombre, de marcada reminiscencia árabe. Con la expulsión de los moriscos en el siglo XVI quedó practicamente despoblado como buena parte de la provincia de Almería y fue repoblado de manera paulatina por cristianos venidos de Castilla.
Plaza de la Constitución y campanario de la iglesia de la Asunción, Bentarique.
A principios del siglo XX, con el auge de la famosa uva de Almería la población de Bentarique llegó a cotas históricas, superando los mil habitantes. A principios del XXI son unos trescientos vecinos, que un siglo después, siguen viviendo del campo mayoritariamente. La economía agraria del municipio se mantiene pero los parrales dejaron de ser beneficiosos y fueron arrancados. Hoy son bosques de cítricos los que inundan de verde y nerolí la vega y nuestros sentidos.
Estanque de patos a la entrada del pueblo.

Bentarique está rodeado de ríos y ramblas. Por ello, su comunicación con el resto de municipios siempre fue tarea difícil, sobretodo en tiempos de crecidas fluviales. Ahora un puente comunica Bentarique con Terque y otro con Íllar. De este modo, Bentarique va eliminando paulatinamente barreras y complejos del pasado para ir tomando forma de municipio importante con mucho que ofrecer.

Bentarique es el tesoro mejor escondido de La Alpujarra almeriense, guardado con sigilo pero fácil de descubrir. No fue tan sencillo descubrir otro tesoro que en este municipio enterraron los árabes allá por el siglo XV. De hecho, hasta 1896 no fue descubierto. Se trata de un collar de oro, una ajorca y un brazalete. Este legado es una de las muchas cosas que desconocemos de este lugar y de toda la provincia, pero su importancia es tal, que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, junto a otras piezas importantes de la historia de España que aquí se exponen como es la Dama de Elche.
Panorámica de Bentarique con Terque y Sierra Alhamilla al fondo.
La Maravilla

Reflejos de Bentarique.
Enfrente del centro urbano de Bentarique, entre la carretera y el río Andarax se encuentra un lugar encantador que hace de estanque para patos y de reflejo, una vez más, para la dichosa silueta del pueblo. En este lugar, los patos hacen las delicias de muchos niños que vienen a visitar la charca, y el pueblo. Rodeado de caminos de piedra y vegetación, está a escasos metros de una zona de ocio muy importante del municipio, con piscina, pistas polideportivas y restaurantes. Es un vergel donde hacer un remanso en el camino, o un lugar donde quedarse para siempre.

Una vez ya dentro del casco histórico hay mucho que ver. Casas burguesas del siglo XIX le dan colorido a un pueblo viejo que se rejuvenece. En la plaza de San José se encuentra la capilla neoclásica del mismo nombre. Entre calles serpenteantes y cuestas empinadas nos damos cuenta de la similitud de Bentarique con el resto de municipios de la comarca de La Alpujarra.
Casas elegantes dan la bienvenida al centro urbano de Bentarique.
El edificio más emblemático del pueblo es su iglesia mudéjar de la Asunción, dominante y altiva a la par de sencilla. Vista desde algunos puntos concretos de la zona da la impresión de ser una mezquita por su esbelto campanario con forma de minarete. Está datada su construcción a principios del siglo XVI, por lo que ha sido testigo de los ires y devenires de lo que ha sucedido en Bentarique durante estas últimas cuatro centurias.

A continuación, el paseo de la Iglesia nos lleva a otro lugar importante para los vecinos del pueblo, la plaza de la Constitución, de gran belleza y hechura. Preside la plaza la casa consistorial acompañada de elegantes farolas. Con los rayos de sol rebotando en el suelo de mármol que se extiende por esta explanada salimos de Bentarique rumbo a nuevos lugares por conocer.
Iglesia mudéjar de Nuestra Señora de la Asunción, Bentarique.

19 de marzo de 2015

Benitorafe, un barrio a las afueras de Tahal

Parada de autobús de Benitorafe. Sencilla y taciturna.
La sierra de los Filabres se esparce por buena parte del interior de la provincia de Almería. Al norte de este macizo montañoso se sitúa el valle del Almanzora y, al sur, los campos de Tabernas. Son un par de decenas de municipios los que tienen la suerte de pertenecer a estos parajes naturales donde presumen de tener los cielos más limpios de Europa. Las montañas y valles orientales de esta sierra son lugares de ensueño plagados de pequeños pueblos de casas encaladas y tejas arcillosas. Pueblos como Tahal, Benitagla, Alcudia o Benizalón, se encaraman a algún cerro, se asoman a un barranco o coronan algún valle. El estilo de vida de las gentes de estos pueblos es el más sencillo y auténtico de Almería.


Parroquia de San Roque de Benitorafe.
Benitorafe bien podría ser uno de los municipios de la provincia de Almería, pero por pequeños detalles históricos desde su fundación en época musulmana han evitado que este pequeño pueblo pudiera ser el dueño de su destino. En sus siglos de existencia siempre estuvo a la sombra de Tahal. La mayor oportunidad de independencia sobrevoló Benitorafe a mediados del siglo XIX, cuando la Diputación Provincial de Almería dictaminó crear un nuevo Ayuntamiento, oportunidad que se escapó por falta de acuerdo entre ambas partes. Desde entonces y hasta hoy, Benitorafe es el gran barrio de las afueras de Tahal, con personalidad propia pero con los mismos rasgos estéticos y culturales que sus pueblos vecinos.

La arquitectura popular en otros puntos de la sierra de los Filabres es bastante similar a la de Benitorafe, sólo cambian algunas particularidades como los techos, construidos de piedra pizarra en Senés u Olula de Castro. Son tejas de arcilla las que culminan de manera brillante un estilo arquitectónico con carácter marcado en el pueblo de Benitorafe.
Panorámica de Benitorafe desde la carretera de acceso al pueblo, junto a la parada de autobús.

La Maravilla


Olmo de Benitorafe, Tahal.
El olmo de la plaza Antonio Rueda Moreno centra todas las miradas de los visitantes que vienen a descubrir los secretos de Benitorafe. Debe ser muy querido por los vecinos ya que lo encontramos hasta en el nombre de las calles, representado como un pequeño árbol en las placas. Se trata, más bien, de un símbolo que representa a un pueblo viejo pero muy vivo.

Sus calles se empinan y serpentean hasta que llegamos a la plaza de Manuel Saez Fernández, un lugar de grandes hechuras en comparación con la estrechez de las calles. Aquí la protagonista es la parroquia de San Roque. La fachada del templo presenta un aspecto renovado ya que fue rehabilitada en 1994. Para acceder al interior es necesario subir unas escaleras de gran belleza. Si rodeamos la Iglesia observamos los viejos muros y contrafuertes encalados, de gran similitud con las pequeñas iglesias cercanas de Alcudia de Monteagud o Benitagla  con planta rectangular y una sola nave.
Plaza del sacerdote Antonio Rueda Moreno, a la sombra del olmo.

El centro urbano de Benitorafe, de aspecto liviano, encubre muchos escondrijos y está cargado de buen gusto en la decoración. Las puertas de las casas están limpias y en invierno una alfombra cubre el suelo con las flores marchitadas que desprenden los almendros.

Paseando por Benitorafe no encontrarás ruido, bullicio ni grandes congregaciones de personas, eso sí, a la persona que encuentres te saludará y te dirá si necesitas algo.¡cómo las gentes de antes! Con boina y azada en mano, recién salido de la huerta. Son unos cincuenta habitantes, según nos cuentan, los que viven y conviven en el pueblo, aunque son muchos más los que acuden en verano con el buen tiempo y el regreso de emigrantes.
Caballos en semilibertad disfrutando de la naturaleza de la sierra de los Filabres, en el interior de Almería.

17 de marzo de 2015

Cable inglés de Almería, ingeniería de la escuela Eiffel

El Cable ingés desde abajo.
El cargadero de mineral El Alquife, más conocido como el Cable inglés, se construyó en 1904 por la compañía minera británica "The Alquife Mines" y, lo que no pensaron fue que tras millones de toneladas de mineral traído desde las entrañas de la parte oriental de Sierra Nevada, iba a convertirse en un símbolo de Almería, junto al Indalo o la Alcazaba. Al día siguiente de su inauguración, llevada a cabo por el rey Alfonso XIII, se cargó el primer barco, hasta 1970, año en el que zarpó el último barco cargado de mineral.

Desde Alquife, en Granada, llegaba el mineral hasta el Cable inglés para ser embarcado. Para los cien kilómetros que separan Alquife del mar se aprovecharon las vías férreas existentes de la línea Linares-Almería. El lugar de origen exacto es, para los curiosos, cerca de la gran montaña de escombros que aparece de camino a Granada por la autovía A-92 justo después de divisar el castillo de la Calahorra, en el Marquesado del Zenete. Antes de la aparición de este embarcadero todo el mineral era descargado del tren y cargado en el barco, todo a mano, a base de espuertas y carros. Esto propició un avance significativo en la calidad de trabajo de los empleados y sirvió, a su vez, en un aumento de la exportación de minerales.
Monumento a los almerienses asesinados en el campo de concentración de Mauthausen. Junto a el Cable inglés.
Vías de tren que comunicaban la estación
con el puerto de Almería.
La construcción de el Cable inglés siguió las directrices del ingeniero francés Gustave Eiffel, famoso en todo el mundo por diseñar la Torre Eiffel, construida para la Exposición Universal de París de 1889. Sus proyectos estrella siempre estuvieron ligados al hierro y el acero, como en el caso del embarcadero almeriense. Sus obras se esparcen por todo el mundo, aparte de la torre que lleva su nombre en París, existen muchas, entre otras en Portugal, Estados Unidos, Filipinas o Vietnam.

Aunque mucho se ha rumoreado de que el mismo Gustave Eiffel fue el encargado del proyecto arquitectónico hay que decir que no fue así. La empresa británica dueña de las minas de Alquife le encargó el proyecto a John Ernest Harrison, un ingeniero civil de Glasgow, ciudad donde tenía su sede la compañía minera. Durante su vida, Ernest Harrison participó en multitud de proyectos ferroviarios en el Reino Unido hasta que "The Alquife Mines" le dió la oportunidad de diseñar el embarcadero. La construcción duró dos años, desde 1902 hasta 1904.

El embarcadero ha sobrevivido intacto a más de un siglo de existencia. A pesar de las mareas, o de las bombas de la escuadra alemana en la Guerra Civil española, o campañas de desprestigio por parte de todos los equipos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento de la ciudad, con el fin de convertir este monumento en chatarra. Se sitúa, como todos saben, junto a la desembocadura de la rambla de Belén (Avenida Federico García Lorca), una calle muy transitada de la capital que se engalana cuando llega al mar en un espacio único donde el patrimonio arquitectónico del cable inglés se armoniza con el entorno de la playa de las Almadrabillas y el paseo marítimo.
El Cable inglés desde el dique de levante del puerto de Almería.



La Maravilla


El cable inglés, tan querido por las ciudadanas y ciudadanos de Almería es uno de los elementos arquitectónicos más representativos de la ciudad de Almería. A nivel nacional es considerado un icono del patrimonio industrial español del siglo XX. Pasó de ser denostado, incluso se hicieron campañas para promocionar su derribo, a ser un elemento insustituible dentro de la fisionomía de la bahía de Almería, considerado como Bien de Interés Cultural en 1998.
La colosal estructura del cable inglés destaca sobre el parque de la Estación, recientemente inaugurado.


Desembocadura de la Rambla Belén, junto a El Cable inglés.
Gracias a la protección administrativa del monumento se consiguió que el hierro con el que está construido no fuese vendido para chatarra como se pretendía. Pero esta protección no bastó para que se oxidase y deteriorase. En 2015, ciento once años después de su inauguración se abre un nuevo escenario para la ciudad de Almería con la posible finalización de las obras para la rehabilitación del cable inglés y su entorno. Este proyecto se unirá con el nuevo parque de la Estación, recientemente inaugurado, presenta una gran imagen tras derribar los muros que dividían la ciudad, en el lugar que ocupó el, para algunos, entrañable "Toblerone".

Lo que se pretende con su rehabilitación es albergar en su interior un centro de exposiciones, y un mirador en la parte superior, con lo que culminaría de manera brillante este espacio de ocio de Almería.
El cable inglés desde el Gran Hotel Almería.

12 de marzo de 2015

Sorbas, colgando de un barranco

Plaza de Sorbas, abarrotada de vecinos.
Las casas colgantes de Sorbas se encaraman a un montículo que cuelga de un barranco. El agua de las ramblas cercanas ha sido el brillante escultor encargado de labrar uno de los pueblos más fascinantes de la provincia de Almería. Para entrar a su centro urbano se accede mediante puentes desde la carretera nacional 340, uno situado en la parte alta que lleva a la plaza y otro en la parte baja que va directo a la alfarería. Esta carretera centenaria, que bordea el pueblo, ha hecho que fuese obligada la visita a Sorbas de miles y miles de viajeros desde antes incluso de los vehículos modernos, cuando sólo existían los carruajes o diligencias.

Todas las calles parecen llevarnos a la plaza de la Constitución, eje central del pueblo, además de epicentro político, religioso y social de Sorbas. Aquí se yerguen edificios emblemáticos para los sorbeños como el Ayuntamiento, la iglesia de Santa María o la casa del Duque de Alba. En una de las esquinas de la explanada encontramos una pequeña escultura sobre un pedestal, se trata de Peneque el Valiente, el famoso títere creado en los años cincuenta, protagonista de la diversión de muchos niños en España.

Esta plaza siempre está abarrotada de gente. Ya sea día laboral o festivo, a los sorbeños les encanta ir a la plaza a opinar, comentar o criticar la actualidad de las cosas en pequeños corros a la sombra de los ficus.

Rincón de Los Giles, en el municipio de Sorbas.
El municipio de Sorbas es tan grande que da cabida a multitud de pedanías, algunas de ellas muy pobladas. Esparcidas por el término municipal encontramos La Huelga, Los Giles, o La Herrería, cercanas ya al municipio de Los Gallardos. Son un paraíso para británicos que vienen aquí a disfrutar del buen tiempo. En el caso concreto de La Huelga, hay que decir que disfruta de la pequeña autonomía que supone tener un alcalde pedáneo. Por sus calles nos toparemos con la bonita ermita de San Agustín, la plaza Mayor o la plaza Nueva.  Huertas de naranjos y olivos van rodeando el pequeño núcleo urbano dándole un aspecto de oasis donde hacer un remanso en el camino.
Desde la plaza Nueva vemos esta panorámica de La Huelga, en Sorbas, rodeada de caballones y árboles frutales.
Los Castaños, aldea tranquila de Sorbas.
Son muchas las aldeas de Sorbas, imposibles de ver en un sólo día. Desde el Barranco del Lobo muy cercano a Sorbas, hasta Cariatiz, donde se extrae el mejor yeso y se carga en camiones hasta el puerto de Garrucha con destino a todo el mundo, pasando por Los Castaños, con un viejo edificio de peones camineros y una era para la trilla.

Sin olvidarnos de Los Molinos del Río Aguas, al cual se llega pasando por las famosas cuevas de yeso y Urrá, con su aljibe taciturno a orillas de la carretera. El paisaje que nos ofrece el Río Aguas es sorprendente por su frondosidad vegetal y su diversidad animal, algo inesperado en mitad del desierto de Almería. Además de admirar los viejos cortijos de este paraje es aconsejable pasear entre los cañaverales y observar como los animales se desenvuelven en su entorno natural, rodeados de pozas de agua y galerías subterráneas. Abejarucos, tortugas, lagartos y un sinfín de fauna salvaje acompañan al visitante. Este ecosistema está en peligro, como tantos otros, por lo que debe cuidarse y protegerse.
Casas colgantes de Sorbas encaramadas en lo alto del barranco.

La Maravilla

De camino a la alfarería de Sorbas.
El barrio de las cantarerías, situado en la parte baja de Sorbas, es un ejemplo de tradición e historia de la alfarería. En las puertas de los muchos talleres de cerámica se exponen a la vista los cántaros que aquí se fabrican desde tiempos inmemoriales. Este tipo de barrios artesanales los encontramos también en otras partes de la provincia como en Níjar.

De su legado primitivo se conserva el horno alfarero de origen árabe, mimetizado en el entorno urbano de esta parte del pueblo. Una restauración no le vendría mal, pero su aspecto es envidiable, dado el tiempo y el fuego que han pasado por sus paredes. Junto al horno encontramos una pequeña balsa de decantación donde se limpiaba la arcilla y se mezclaba con agua.

Ermita de San Roque, patrón de Sorbas.
 Los pasos siguientes para la elaboración de los cántaros se explican claramente en un panel de información adyacente al monumento. Después de la decantación, se moldea el barro con los dedos para luego acabar con el torneado. Se dejan secar y entran en acción técnicas de una necesitada paciencia y experiencia. El engobe donde se decora, el vidriado donde se protege, el estampillado y el pintado con esmalte finalizan esta compleja tarea antes de introducir la pieza en el horno de cocción.

Después de su cocción en el horno salen las piezas tal y como se ven en los patios y balcones llenos de maceteros, en los platos decorativos, jarrones etc.

No podemos irnos del barrio alfarero sin visitar la casa del patrón del pueblo, la parroquía de San Roque. Cada 16 de Agosto es llevado a hombros  de los vecinos por todos los rincones del pueblo. Además de cánticos y bailes, se lanzan roscas en su honor. La peculiaridad de esta fiesta hace que multitud de visitantes vengan a Sorbas a pasar este día de festividad.
Horno de origen árabe destinado a la cocción de la arcilla en el barrio alfarero de Sorbas.